A partir del siglo XIX las Cofradías, por lo menos en lo que respecta a las vallisoletanas, afrontan un proceso de decadencia. Si a principios de siglo la invasión francesa y la Guerra de la Independencia son el comienzo del espolio que sufren las Cofradías, durante el resto del siglo las sucesivas desamortizaciones son el culmen del despojo injusto que sufren en su patrimonio. Los tiempos por los que atravesaba la nación no eran precisamente buenos apoderándose de la población un pesimismo y un desánimo vital que penetraba en todas las instancias de la misma, a lo que se unía además un empobrecimiento más que notable desde el punto de vista económico. Las Cofradías, que no dejaban de ser parte de esa misma sociedad, corren idéntica suerte y sufren el abandono progresivo de los cofrades. Siendo ésta la tónica general, en la Cofradía de la Pasión la crisis se hace más evidente. Visto desde un prisma puramente material era lógico que así sucediese. La Cofradía se había visto de manera injusta despojada de parte de su patrimonio y los cofrades iban cediendo al desánimo al que hacía referencia anteriormente, no contando además con la ayuda de nadie, como así sucedió con otras cofradías, para la solución de los problemas. Esta crisis se agudiza en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX que presencian como el edificio en el que se desarrollaba la vida de la corporación, esto es su iglesia penitencial, se va deteriorando de manera inexorable, languideciendo con ello la vida de la hermandad. Llega incluso pasado el tiempo, la ruina total del templo, sin que se deje hacer nada tendente a la solución del problema planteado constando las gestiones realizadas por los cofrades para paliar tal situación. En 1924 el Arzobispado de Valladolid comunica al Ayuntamiento, que toma nota de ello, del “…peligro de inminente ruina en el que se halla la Iglesia Penitencial de la Pasión…” disponiendo “… el cierre de dicho templo al culto…” haciendo constar en el escrito “… que nada más le incumbe al respecto…”, dato este muy importante en razón de acontecimientos posteriores. Aún así, en marzo de 1928 incoado el expediente correspondiente, se declara por Real Orden a la Iglesia de la Pasión “…monumento arquitectónico artístico, adscrito al Tesoro Artístico Nacional…que debe conservarse y restaurarse…”. Pero ni con esta declaración se consigue salvar tan insigne edificio. Los siguientes datos de los que se dispone por lo que se refiere a la iglesia nos llevan al año 1948 donde en Sesión extraordinaria del día 31 de mayo, el Ayuntamiento de Valladolid ratifica el acuerdo de la Comisión Permanente de 28 mayo en virtud del cual se aprueba la moción de la Alcaldía-Presidencia sobre la adquisición de la fachada y solar de la antigua Iglesia Penitencial de la Pasión por la cantidad de 207.000 pesetas, más 10.000 pesetas para gastos de escritura. Paralelamente el Arzobispado en comunicación con la Nunciatura Apostólica pide autorización para la venta, la cual firma el Nuncio Monseñor Cicognani. La enumeración de los acontecimientos aquí escritos, después de una lectura atenta, podrían dar la impresión de que quedan bastante deshilachados y faltos de una mayor concreción. Es cierto, y esta así escrito de forma deliberada. Los acontecimientos que se desarrollan y que tienen que ver con la Cofradía de la Pasión y su iglesia entre los años 1924 y 1948 aún siendo por algunos de nosotros totalmente conocidos en aras a la filosofía de este blog de no hacer crítica de nada ni de nadie no los quiero hacer constar de otra forma. Ahora bien, si puedo decir que esos acontecimientos, los narrados o los no narrados vistos a posteriori, con la perspectiva del tiempo, queda patente aquello de que “Dios escribe renglones derechos con la pata de una mesa”. Para terminar sí me gustaría transcribir unas líneas de un artículo de Ricardo Allué publicado en un libro recapitulativo de artículos suyos editado en su memoria por la Imprenta Castellana en 1928 y que su lectura todavía duele a los hermanos de la Pasión que conocen de la existencia del mismo. El artículo en cuestión que está referido al desalojo y espolio de nuestra Iglesia se titula: Motivos de la “Pasión” y en algunos de sus extremos dice así:
“…Por los huecos de la valla tosca salen dos hombres llevando a cuestas una dorada columna de retablo. Están abiertas de par en par las dos puertas y no solo los postigos. La luz cruda, y el aire y el ruido de la calle entran en el templo; y bajo la bóveda barroca resuenan voces profanas y martillazos. Es que “La Pasión” se hunde…: … El camarín de la Virgen dolorosa está vacío; descarnadas las paredes laterales del crucero; en la sacristía solo queda en pie, entre los escombros, un viejo facistol derrengado…”, “… de uno de ellos (los retablos)… está todavía allí la mesa volcada al pie de la hornacina. Sobre el borde de ésta, alineadas por manos reverentes, nos miran con sus ojos vacios siete calaveras…”,”… abajo en el suelo, en el hueco que dejó la mesa del altar, revueltas en el polvo, hay otras cuantas calaveras rotas, entre un montoncillo de fémures y tibias. No hay esqueletos; no hay más que esas calaveras y esos huesos, con que gubias y pinceles suelen expresar la idea de la muerte. Los demás huesos, que con esas calaveras y esas tibias y esos fémures formaron cuerpos humanos, Dios sabe donde estarán. Trajéronse, sin duda, éstos aquí siglos atrás, para que los hermanos de la cofradía, en sus reuniones rituales, meditasen sobre la única verdad tangible de la vida, que es la muerte…”
Y al final del artículo casi como una losa que viniere a cerrar los tres siglos de existencia de la Iglesia Penitencial apunta:
“… Se hunde la iglesia. La pared se desploma sobre el callejón de la caridad. El cascaron barroco de la sacristía está abierto, las escaleras del coro tiemblan bajo los pasos, la bóveda del crucero se resquebraja temerosamente, el techo churrigueresco pierde la simetría de su curvatura, las piedras de la fachada se desmoronan…La joya barroca que es esta iglesia, tan devota, de la Pasión se pierde sin remedio. Desde mi alcoba de niño se entraba al coro de la Pasión por un falsete. Allí muchas mañanas, rezaba con mi madre. Pocas veces decían misa por entonces. Pero colgada del arco del crucero, ardía siempre ante el Sagrario la lámpara litúrgica, que llenaban de aceite cada mañana unas manos piadosas de mujer…”. Y yo añado: Amén.
La Iglesia Penitencial de la Pasión en los años 20
Iglesia Penitencial de la Pasión con los escudos de la Cofradía
Lateral que da al Callejón de la Caridad
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