domingo, 2 de septiembre de 2012

LA VENERABLE COFRADIA DE LA PRECIOSISIMA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Como quedó dicho al inicio de este blog, allá por el mes de octubre del pasado año, su razón de ser entre otras, es dar a conocer el mundo de las Cofradías y de hablar de algo que nos gusta, de nuestras cofradías, de sus vidas, de sus historias, de sus quehaceres y afanes, mostrando la belleza de nuestras imágenes devocionales y de los desfiles procesionales, poniendo en común nuestras vivencias. Vivencias que sean de quien sean a todos nos enriquecen. Hoy participa en este blog Enrique Hernández Campos, Ex-Hermano Mayor de la Venerable Cofradía de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos cuenta la vida de su cofradía desde su fundación al día de hoy. Para los que nos gustan las Cofradías y la Semana Santa de Valladolid es un bonito relato. Le agradezco de corazón su participación y también le emplazo a que siga colaborando con este blog para difundir la riqueza humana y espiritual de las cofradías de Semana Santa, en ocasiones tan maltratadas.


¡Un momento!... Aquel momento, tan enormemente solemne y desgarrador, aquel instante de Cristo muerto y solo en la Cruz, de tan grandiosa desolación, que el terror se apodera hasta de sus mismos discípulos, que ocupándose, lloran a su Maestro muerto, fue el que inspiró la constitución de la Cofradía de la Preciosísima Sangre.
Un pequeño núcleo de fieles, cristianos, al apreciar, que a un acto tan conmovedor no se lo rinde tributo, en la cada vez más edificante Procesión del Santo Entierro (actual Procesión General), ideó formar una hermandad, que acompañase al Señor en ese día, y al efecto, por D. Alberto Guiloche, se trató de llevar a la práctica esa idea, solicitando audiencia al Sr. Arzobispo. Concedida ésta, el día 6 de abril de 1929, tuvieron el honor de ser recibidos por el entonces Prelado de la Diócesis, Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Remigio Gandásegui, D. Millán Aragón, D. Joaquín Berruguete, D. Modesto Díez, D. Alberto Guiloche, D. José Gonzalo, D. Mariano González, D. Félix Gitrama, D. César Gardoqui, D. Antonio Gardoqui, D. Juan Hernández, D. José Jover, D. Ricardo Larrucea, D. Leopoldo Mata, D. Francisco Matero, D. Juan Millán, D. Ramón Martín, D. Andrés Martín, D. Isidoro Martínez, D. Pedro Plaza, D. Alfonso Ramos, D. José Mª Rivero, D. Francisco Rosique y D. Segundo Montes, los cuales testimoniaron a su Excelencia su agradecimiento por haberles autorizado a asistir corporativamente a acompañar a Nuestro Señor en la Procesión del Santo Entierro (Viernes Santo, 29 de marzo de 1929), aunque no tuviera aún esta agrupación carácter oficial alguno.  
Excmo. y Rvmo. Sr. Don Remigio Gandásegui
(Arzobispo de Valladolid 1920-1937)

Seguidamente tuvieron la íntima satisfacción y gran honor de escuchar de sus labios, frases de tan feliz acogida como la siguiente:
“ ... y vi con suma complacencia como, espontáneamente, sin elemento propulsor alguno, sin más que mi aquiescencia, surgía esporádicamente, como producto de una conducta única, hija de su fe católica, un conglomerado de elementos, los más heterogéneos entre sí, desconocidos unos de otros en su mayoría; se unieron con el sólo fin de acompañar en su Santo Entierro el Cristo muerto, vistiendo las colores de su Preciosísima Sangre en su cuerpo y los del luto por su muerte en su cabeza y pecho...”.
A continuación, su Ilustrísima discurrió ampliamente sobre la constitución, régimen y fines de la Cofradía a estos efectos, autorizándonos para que, previa solicitud, que acogería con mucho afecto, se confeccionara un Reglamento para su vida futura. Siguiendo este preámbulo, termina así la exposición de motivos de la nueva Cofradía:
“...cuyo fin, no deseamos se circunscriba a acompañar al Cristo en su Entierro; que abarque tanto como su título obliga: de la Preciosísima Sangre de Nuestra Señor Jesucristo, pues si derramar la sangre humana de un inocente clama  justicia, la de un Dios, clama reparación, desagravio, amor; y como es indudable que la casi totalidad de los que han tenido la fortuna de conocer la idea cristiana llevan en el seno de su alma, más o manos adormecido, pero latente, el sentimiento cristiano y la fe católica, sea nuestro fin, hacer pasar este sentimiento de la potencia al acto, en todos los momentos de la vida, ya que Cristo no derramó su sangre por los suyos, ni por su pueblo, ni por su raza, sino por toda la Humanidad”.
Presentada y admitida la instancia, fue aprobado el Reglamento por decreto de la Autoridad Eclesiástica de fecha 11 de marzo de 1930 por el que se ha regido la Cofradía hasta la fecha.
Debido al auge tomado por la Cofradía, fue necesario introducir en el Reglamento, modificaciones que recogieran en todo momento nuestras necesidades y aspiraciones, tanto en el orden religioso, como en el interno de la misma, y fruto, todas ellas, de minucioso estudio.
Los primeros años fueron duros. Don Alberto Guiloche tomó las riendas de la Cofradía, siendo el primer presidente del que dispuso la Cofradía. Las reuniones de la Junta de Gobierno se llevaban a cabo en unos salones sitos en la iglesia de San Felipe Neri o en los domicilios particulares de los miembros de la directiva. Al fundarse la Cofradía, las personas que querían darse de alta en la misma, tenían que pagar una peseta de entrada y luego una cuota mensual de dos reales, pagaderos trimestralmente. Aportando además y por prorrateo, los gastos que se ocasionen durante el año y los que se generasen por las salidas en procesiones de Semana Santa.
En estos primeros años, se discutieron temas tales como la conveniencia o no de llevar hábito en las procesiones, ya que los primeros años se salía de traje; la medalla que nos representaría (a comienzos del año 1931 se aprobaba en Junta General la implantación de la medalla que deberían portar todos los cofrades); los estandartes que nos acompañarían en las procesiones (en 1930 se elige por unanimidad el llevar como insignia un pendón encarnado con la cruz negra), o la adquisición de unos “innovadores” hachones de luz eléctrica.
No disponiendo de sede -la Iglesia Parroquial de Santa Mª de la Antigua, designada como sede oficial, estaba cerrada al culto al estar en fase de remodelación- ni de talla propia, la Cofradía de la Preciosísima Sangre (por indicaciones del Sr. Arzobispo) es recibida por la Ilustre Cofradía Penitencial de Ntra. Señora de las Angustias en su Iglesia Penitencial, permaneciendo allí hasta 1952.


 A las puertas de la Penitencial de las Angustias con el Prelado de la Diócesis

En 1930, el Presidente de la Preciosa Sangre solicita formalmente dar culto a la imagen “Cristo de los Carboneros”, propiedad de la Cofradía de las Angustias y obra de Francisco del Rincón (s. XVII). Y se acordó celebrar una fiesta religiosa anual al Santo Cristo Crucificado, en la Capilla en la que estaba ubicada la imagen en la iglesia de Ntra. Señora de las Angustias. Se celebraría todos los años el día 1 de julio, fecha en que estaba enclavada la fiesta de la “Preciosa Sangre” en el calendario eclesiástico. En 1935 y en años sucesivos, para dar más solemnidad a la fiesta, se decide organizar y obsequiar con una comida a los pobres pertenecientes a la Cofradía y a la Parroquia. En esta fiesta de la Preciosa Sangre, después de la Misa Solemne, se imponía la medalla, a aquellos que se habían dado de alta en la Cofradía; así mismo se hacía este acto en la Novena que se celebraba en honor del Hermano Mayor en la Santa Cruz. Con los años la celebración de esta festividad se fue perdiendo, hasta que felizmente a finales del s.XX fue recuperada.
En estos primeros años de existencia de la Cofradía tan solo participaba en la Procesión del Santo Entierro, en la tarde del Viernes Santo. En la primera salida procesional por las calles de Valladolid, se alinearon alrededor de 40 cofrades que portaban hachones eléctricos, y consiguieron la confección de sus primeros hábitos, que se componían de túnica roja con peto al pecho y espalda de terciopelo negro, capirote, guantes y zapatos negros, colores de sangre y luto (en 1949 se agregó la capa de color rojo); y obtener como caso excepcional permiso para revestirse en los soportales del Teatro Calderón, frente a la Iglesia de las Angustias, con los riesgos añadidos de la época, teniendo en cuenta que eran años muy difíciles para manifestaciones religiosas al amparo de la calle. En la citada procesión, y como única penitencia, sólo se podía ir descalzo, posteriormente se fueron agregando otro tipo de elementos como las cruces... En 1931, previa disposición del Excmo. Prelado de la Diócesis, la imagen iba escoltado por ocho cofrades, los cuales debían llevar vela litúrgica.
Fueron años muy duros, con escasos medios, tanto económicos como personales, y que sólo con el entusiasmo de unos pocos, especial mención para los Sres. Morate y Soto, pioneros en los trabajos más comprometidos, lograron que el proyecto continuara adelante, y la Cofradía de la Preciosísima Sangre fuera un referente en la Semana Santa de la ciudad de Valladolid. Como anécdota singular, para darnos una idea de las dificultades reales, recordamos una de las recomendaciones más elocuentes del Hermano Mayor, Sr. Guiloche en las primeras salidas procesionales, y era que hicieran caso omiso a las provocaciones que desde el gentío se lanzaban a los hermanos cofrades, desoyeran los insultos, y por supuesto no utilizaran los hachones para defenderse físicamente de los más atrevidos y desconsiderados, haciendo suyo el reto de Cristo, camino del Calvario.
Una vez resueltos los trámites oportunos, y con la excelente predisposición que discurrió entre las Hermandades de las Angustias y de la Preciosa Sangre, se inició la construcción de una carroza, que transportara dignamente la Sagrada Imagen, con una plataforma de madera, dos ejes centrados, uno de ellos giratorio para facilitar las maniobras de conducción. Se instalan cuatro candelabros de latón, con veinte lámparas de 5w, y una greca remate en la parte inferior de la plataforma de madera, frente a la cruz 44 lámparas tipo vela alumbraban de forma tenue la imagen del Crucificado, dando una visión angustiosa y muy exacta a la vez, del momento trascendental de la muerte. La carroza, dadas las buenas relaciones que manteníamos con la Cofradía de las Angustias, fue alojada en la Sala de Pasos, contigua a la Iglesia. Costó la cantidad de 1.000 ptas.
Por acuerdo de la Junta General, a finales de 1931, se procedió a realizar inventario de los objetos propiedad de la Cofradía, valorándose y asegurándose todos ellos contra incendio. Los citados objetos eran los siguientes: una greca de bronce de veinte piezas con funda, 4 barras agarradero metal de la carroza, 20 tulipas y 20 lámparas flama–candelabros de la carroza, 44 velas eléctricas–peana de la carroza, 65 lámparas eléctricas–peana de la carroza, 100 velas eléctricas para la procesión, 65 lámparas eléctricas para la procesión, 1 pendoneta damasco con vara y cruz, 2 bastones insignia con puño, 2 bastones insignia con cruz, colgaduras para carroza y guardamalletas, 6 túnicas conductores carroza completas, 14 medallas de cofrade, 1 carroza con instalación, 4 candelabros carroza con funda, 2 sabanillas, 2 candelabros misa, 4 candelabros propiedad del Sr. Mozo, 1 reflector con bombilla, ½ tablero para sacar la carroza, 1 matraca en poder del Sr. Jover. El total inventariado ascendía a 4.865 ptas.
En 1935 se acuerda en Junta General la reforma de los hachones, diseñándose en madera pintados de negro y con la cruz en rojo, serían sin tulipa y con velón de cera virgen.
Tras la Guerra Civil, la Hermandad de Mutilados de Guerra se incorpora a desfilar en las procesiones, acompañando a la Cofradía. Los Caballeros Mutilados por la Patria, vistiendo el uniforme militar, portaban un artístico estandarte, donado por el General Pimentel, cuyo anverso es fiel trasunto de la Medalla de Sufrimientos por la Patria, y en la otra cara, el escudo de España, todo él con primorosos bordados rematados en metal por el emblema del ejército, submontado por la cruz de la Cofradía. Durante y una vez concluida la Guerra Civil, entre las obras de caridad que realizaba la Cofradía, se acordó dar unas invitaciones para una comida, la entrega de una peseta y una cartilla para retirar tabaco a veinte soldados heridos en la guerra -los mutilados de guerra eran miembros de honor de la Cofradía-, esto se sufragó con fondos de la Cofradía y la colaboración de los cofrades que lo deseasen, por previa suscripción. Concluida la Guerra Civil se acuerda también dar una comida a los heridos en la guerra recientemente terminada, como ya se había realizado años anteriores, celebrándose el Domingo de Pasión.
Los años 40 son motivo de curiosidades y actos que ilustran el crecimiento espiritual y organizativo de la Hermandad. Así en 1941 se toma la decisión de realizar un Novenario al Santo Cristo como acto religioso principal de la Cofradía, entre los días 22 al 30 de marzo. Las fiestas religiosas que celebraba la Cofradía, además del solemne novenario, eran el Vía Crucis todos los miércoles de Cuaresma, los Divinos Oficios, el Depósito de los Tres Credos y Tres Salves el Viernes de Dolor, el Triduo dedicado a la Preciosa Sangre y algunos otros más.
La tradición del novenario perduraría en el tiempo hasta que fue sustituido por el actual Santo Quinario, que viene celebrándose en las semanas inmediatamente anteriores al Domingo de Ramos.
El cargo de Hermano Mayor data de 1942, y es la persona que asume la dirección de la Cofradía. Este cargo, sin embargo, empezó siendo  honorífico, ya que la verdadera máxima autoridad de la Cofradía era la del Presidente.
Entre otros acuerdos se aprueba la conveniencia de adquirir unos cordones para la medalla con una borla en la parte posterior, para que se pudiesen distinguir los directivos del resto de cofrades. De ese modo los cofrades sabrían a quién dirigirse ante cualquier inconveniente en las procesiones.
Asimismo, la Junta Directiva propuso a la General la realización de una Sección de Honor, integrada por aquellas personas cofrades o no que hubieran realizado algún mérito, tales como trabajos, aportaciones o donativos en beneficio de la Cofradía, llegando a formar parte de ella personalidades tales como el Conde de Mayalde, el Ayuntamiento de Valladolid o el Gobernador Civil de la ciudad.
En 1943, nuestra mayor desilusión se centró en la comunicación recibida de la Dirección General de Bellas Artes, y que por el deterioro considerable de la imagen -Cristo de los Carboneros- y la carcoma que progresivamente va dañando la madera, debía ser restaurada de inmediato y como consecuencia dejar de ser procesionada durante unos años. Debido a esta comunicación, se generaron algunos enfrentamientos entre ambas cofradías, ya que la Preciosa Sangre presentó un comunicado al Sr. Arzobispo solicitando la cesión de la talla para hacerse cargo de su restauración, a lo que la Cofradía de las Angustias se negó rotundamente. Tras este pequeño conflicto, la relación entre ambas cofradías recuperó su maravillosa sintonía. El culto a la imagen continuó en la iglesia, pero se tuvo que buscar otra imagen de un crucificado para participar en las procesiones.
Fue entonces, cuando se solicita la imagen de Cristo en la Cruz de Juan de Juni (S. XVI), que se venera en el Convento de las RRMM Catalinas, donde dice la historia popular que a los pies del crucificado, descansan los restos del escultor. Durante unos años se procesiona, con gran alegría, por haber solucionado momentáneamente el vacío producido, pero una vez más la belleza está reñida con la disposición humana, y una grieta en el pecho del Crucificado y un gran riesgo inminente de deterioro de la policromía, provocado por la lluvia, obligan a pensar definitivamente en poseer una imagen propia.
Habían transcurrido algunos años cuando la Cofradía empezó a participar en la recién creada Procesión de Caridad y Penitencia, en la tarde del Jueves Santo. Había una religiosidad especial en esta procesión. En los años 50 esta procesión, en obsequio de los privados de salud y de los privados de libertad, salía a las cuatro de la tarde, formando a la puerta de la iglesia parroquial de Santa Mª Magdalena con el paso titulado “Cristo del Perdón” en primer término (hace más de cuarenta años salía el Cristo del Despojo), al cual seguían los de la “Quinta Angustia”, de Gregorio Fernández, que se venera en San Martín, asistida por la numerosa Cofradía de la Piedad, y la magnífica escultura de “Cristo Crucificado”, obra auténtica de Juni, alumbrada por la Cofradía de la Preciosísima Sangre. A las cuatro en punto salía el Clero parroquial de la Magdalena, con cruz alzada, poniéndose en marcha la procesión en cuanto se incorporaban a ella los profesores de la Facultad y Colegio de Médicos, en ella congregados, y todos juntos se aproximaban a la entrada del Hospital de la Resurrección, donde se entonaba una devota plegaria.
Cumplida esta obra de piedad, se dirigían todos por la Avda. de Ramón y Cajal hasta Chancillería, de donde salía el ilustre Colegio de Abogados y el personal de la Excma. Audiencia que deseaba asociarse a la segunda visita, haciendo la penitencia de recorrer el trayecto que media hasta la Prisión Provincial, ante la cual se situaban los pasos, cantando los presos las coplas de penitencia “Perdón, oh Dios mío”.
A la vuelta, la Excma. Audiencia y Colegio de Abogados proseguían vía recta hasta Chancillería; pero el resto de la procesión, torciendo por la iglesia de San Pedro, proseguía hasta dar frente al Sanatorio Antituberculoso, cuyos enfermos recibían el consuelo de esta visita espiritual, y al efecto, situados los pasos en la carretera, pero dando frente al Sanatorio, se entonaba una plegaria. Los señores profesores y Colegios de Médicos entraban en la Facultad, la Cruz y el Clero en la parroquia de la Magdalena, y las Cofradías, apagadas ya las luces, acompañaban a sus pasos a sus respectivas iglesias.
Entre las anécdotas más destacadas acontecidas en el seno de la Cofradía desde la fecha de su fundación, no puede olvidarse la sucedida a finales de los años 40 o primeros años del decenio de los 50. 

 En la Procesión General de la Pasión (Año 1.950)

Era costumbre que en la noche del Martes Santo se efectuara el traslado del Cristo de Juan de Juni desde el Convento de Santa Catalina a la Iglesia Penitencial de las Angustias. Los hermanos de carga del paso, por un error de interpretación, no se presentaron en la noche citada a recoger la imagen. Tan solo se encontraban media docena de cofrades en la puerta de la Iglesia de Nuestra Señora de las Angustias, esperando que llegara la imagen, los cuales, ante la tardanza,  ni cortos ni perezosos se dirigieron al Convento de Santa Catalina tratando de averiguar el motivo de la demora. La llegada al convento a altas horas de la noche, la penumbra en que se encontraba la iglesia, debilísimamente alumbrada por la lamparilla del sagrario y un rayo de luna que se filtraba a través de las rejas del coro, daban a esta escena un ambiente de misterio. En el suelo se encontraba ya la sagrada imagen dispuesta para el traslado, pero con tan escasa luz sólo destacaba la palidez del cuerpo del Señor, dando la sensación de ser un verdadero cadáver.
Al fin se decidieron, y tomando la imagen con su cruz a hombros la trasladaron desde el Convento de Santa Catalina hasta la Iglesia de las Angustias. No fue fácil el traslado, pues hubieron de soportar un peso de más de quinientos kilos a repartir entre los pocos cofrades “cirineos de ocasión”, que acabaron su voluntario “camino del calvario” con una gran satisfacción y “dolor”.
El 24 de febrero de 1952, la Cofradía de la Preciosísima Sangre, después de haber permanecido acogida en la Iglesia Penitencial de Ntra. Señora de las Angustias desde su fundación en el año 1929, por designación del Excmo. y Rvdmo. Prelado de la Diócesis, se traslada a la Iglesia Parroquial de Santa María de la Antigua, una vez culminada la total restauración de la Iglesia y su reapertura al culto, después de casi medio siglo de haber permanecido cerrada por el grave deterioro producido por la humedad, teniendo en cuenta que el cauce de río Esgueva circundaba la zona sur del templo.
Cuentan las crónicas de la época, con artículos publicados por "El Norte de Castilla", que el día 23 de Febrero de 1952, a las 12 de la mañana, tuvo lugar la ceremonia religiosa de la consagración del Altar Mayor; que fue realizada por el señor Vicario General D. Ángel Sánchez, por delegación de su Excelencia reverendísima, en virtud de las facultades apostólicas que para ello tiene. En el sepulcro del altar-ara, depositó las reliquias de San Miguel de los Santos, confesor, cuyo cuerpo tenemos en la Iglesia de San Nicolás, y de los santos mártires San Inocencio y San Mansueto...
El día 24 de Febrero, a las 19:30 de la tarde se puso en marcha, desde la penitencial de las Angustias, la procesión traslado del Santísimo, con que se iniciaban los actos de apertura. Abría la marcha la cruz procesional con ciriales, y formaban los niños y niñas de las escuelas y colegios enclavados en la circunscripción parroquial, las cofradías y asociaciones y las cuatro ramas de Acción Católica, con sus banderas y estandartes. La Cofradía de la Preciosísima Sangre, que fija su sede en la parroquia, con todos los miembros revestidos con túnica, y acompañados de la Cofradía de Ntra. Señora de las Angustias. Acompañaban el cortejo todos los sacerdotes de la ciudad, y presidía el Reverendísimo Prelado de la Diócesis, que portaba el Santísimo bajo palio. Cerraba la presidencia constituida por las excelentísimas autoridades locales.
Un gran gentío se agolpaba en las aceras de las calles por las que discurría la religiosa comitiva, como muestran las fotos del mencionado diario, a la llegada al templo parroquial, que siempre presenciaron con gran recogimiento y devoción. A la llegada de la procesión a la Iglesia de la Antigua, fue expuesto el Santísimo Sacramento, y oficiada una estación por el Rdo. Sr. cura párroco, cantando seguidamente un solemne “Te Deum” de acción de gracias, oficiando de pontifical el mismo Sr. Arzobispo.
En 1952 la Cofradía encarga al imaginero Genaro Lázaro Gumiel una talla inspirada en el Crucificado de Juan de Juni, pero que fuera de tamaño superior al original, con la única orientación de unas fotografías enviadas por la Cofradía. Se habla con el Arzobispo Antonio García y García que está de acuerdo con los criterios de la Cofradía.
En 1953 procesiona por primera vez esta  talla, llamada “Santísimo Cristo de la Preciosísima Sangre”, a la que se da culto en la capilla de los Tovar de la Iglesia Parroquial de Sta. Mª de la Antigua. 




Santo Cristo de la Preciosisima Sangre

En 1955 se estrena para la ocasión una carroza que destaca por ser guiada sin lanza, y con un mecanismo de abatimiento de la imagen para entrar y salir de la iglesia. Este proyecto de carroza fue posible sobre todo, a la desinteresada aportación de los cofrades Fernando de Andrés y Enrique Hernández Muñoz, y fue llevado a cabo en los Talleres Vulcano. Se completó el proyecto merced al innumerable conjunto de donativos de cofrades y hermanas de devoción, así como de otras ilustres autoridades locales y organismos oficiales, en cuestación especialísima y sin parangón en toda su historia, llevada a cabo por la Junta de Gobierno de la Cofradía, al frente de la misma se encontraba D. Saturnino Gutiérrez.
Para culminar con éxito este proyecto inicial, se procede al acople de unos candelabros de bronce (donación del entonces Gobernador Civil, Alonso Villalobos), una greca de latón para el zócalo, con unos cristales rojos de fondo, que dejasen pasar la iluminación interior repartida de forma equilibrada por todo el conjunto y  unos medallones en bronce, donados por el Excmo. Sr. D. Maximino Bartomeu, Capitán General de la Región Militar y el Excmo. Sr. D. Vicente Muñoz Calero, Gobernador Civil, ambos miembros de la Sección de Honor, y que ya se habían estrenado en 1950 en la carroza antigua. 


Santo Cristo de la Preciosisima Sangre

El eje giratorio se sustituye por un volante direccional con rótulas, al modo de los vehículos de tracción mecánica, y al colocarse las faldillas e impedir ver a las “brigadas de empuje” que van alojadas en el interior, se produce una sensación un tanto especial, al ver a la Sagrada Imagen como flotando en el Calvario. Incluso como gran novedad se alumbró el INRI de la Cruz, aunque el primer año del invento no tuviera éxito por haberse estropeado el sistema. La nueva carroza quedó tan majestuosa que provocó el halago y la admiración de todos los asistentes a la procesión de la Pasión.
Se complementaba con un acompañamiento especial de Bandas de música, cuya actuación era muy costosa, siendo una de las primeras invitadas a la participación la Banda Municipal de Madrid, sólo de cornetas, y la de Torrejón, ambas con unas intervenciones envidiables, en cada una de las citas a las que acudieron.
En 1954, y coincidiendo con la celebración del 25 Aniversario de nuestra fundación, se nos concede el título de Venerable.


 Hermanos de la Venerable Cofradia de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo

En la década de los 70 es concedida a la Cofradía la Procesión de la Buena Muerte, en la noche del Lunes Santo, acompañando al Cristo del Olvido (1720), de Pedro de Ávila, que se venera en la Iglesia de San Felipe Neri. La procesión recorre las calles adyacentes a la Catedral, la Universidad y el Palacio de Santa Cruz y se realiza estación de penitencia en el Santuario de la Gran Promesa ante la imagen del Sagrado Corazón. 


Cristo del Olvido

Los años 80 son de aparente tranquilidad, destacando la fabricación de la bandera que actualmente nos acompaña en las procesiones.
En los años 90 la Cofradía comienza a incrementar su número de cofrades, llegando hasta los 840. En la actualidad son aproximadamente 750 los cofrades que forman parte de la Cofradía. Se rompe la costumbre de mantener en el cargo de Hermano Mayor a una persona por un tiempo casi indefinido, produciéndose en estos años el paso de hasta tres Hermanos Mayores: don Ignacio Gutiérrez, don Sebastián Cano (este como Presidente temporal de una Junta Gestora) y don Pablo Marcos, precursor este último de importantes obras y cambios, tales como la reforma del calvario de la carroza o la fabricación de nuevos hachones eléctricos y varas.
Suya fue la última modificación de los estatutos, que fueron aceptados por  Capítulo General el 28 de noviembre de 1999, presentados en el Arzobispado el 20 de diciembre de 1999, y aprobados con fecha de 1 de febrero de 2000. Como Asociación Pública en la Diócesis, además de por los Estatutos propios, la Cofradía se rige por los cánones propios de dichas Asociaciones (en especial el 312 al 320 del Código de Derecho Canónico), por el Directorio diocesano de las Cofradías de Semana Santa (B.O.A. 1991, págs. 67-78) y por las normas diocesanas para estas asociaciones.
La llegada a la presidencia de don Enrique Hernández Campos, supuso para esta Cofradía un soplo de aire fresco producto de su juventud, caracterizado por su talante integrador, innovador y de apertura, pretendiendo ser referente en la Semana Santa de Valladolid. Se decide dedicar una parte de los ingresos anuales a obras caritativas, colaborando de forma activa con Médicos sin Fronteras, Caritas y ANESVAD. Así mismo se realiza una fuerte apuesta por recuperar en lo posible e incrementar el patrimonio de la cofradía. Se apuesta por la gente joven y se multiplican las actividades sociales, culturales y religiosas en la Cofradía.
En marzo de 2002, se produce el acto de hermanamiento con la Cofradía del Bendito Cristo del Amparo de la vecina localidad vallisoletana de Corcos del Valle.
Durante el período cuaresmal, previo a la Semana Santa del año 2002, celebraba nuestra Cofradía, en el Salón de Cabildos de la Iglesia Penitencial de Ntra. Señora de las Angustias, un solemne acto académico en recuerdo de los años que ambas Cofradías compartieron sede. Habían transcurrido ya cincuenta años desde que la Cofradía se trasladó a la Iglesia de la Antigua, y se quiso recordar la efeméride con unas conferencias a cargo de dos de los antiguos máximos representantes de ambas Cofradías y con una Solemne Eucaristía presidida por el Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo de la Diócesis, D. José Delicado Baeza, en cuyo transcurso se hizo una oración especial ante la imagen del Santo Cristo de los Carboneros. La Cofradía de las Angustias, para recordar especialmente estos actos, hizo depositar su firma a nuestro Hermano Mayor, don Enrique Hernández Campos, en su libro de honor. Se aprovechó para recuperar la bella tradición de ofrecer una Eucaristía cada primer domingo de cuaresma al Sto. Cristo de los Carboneros, presidida por ambas directivas en la iglesia de las Angustias.
Como colofón a todos estos actos y durante la Semana Santa, el día del Jueves Santo, a la conclusión de la procesión de “Penitencia y Caridad”, la Cofradía de la Preciosísima Sangre hizo una visita extraordinaria a la Cofradía de las Angustias, celebrándose un solemne acto de recepción  en el interior del Templo Penitencial.
En este mismo año de 2002 se produce una novedad en la Procesión de la Buena Muerte. El Real Colegio de San Albano, que desde el año 2000 acoge las reuniones de la Junta de Gobierno y las diferentes comisiones de la Cofradía, se incorpora como visita obligada en dicha procesión. 

 Cristo del Olvido frente al Real Colegio de San Albano

Una vez concluido el acto de penitencia en el Santuario Nacional, se realiza una ofrenda floral y se entona la Salve Popular ante la imagen de Nuestra Madre Santísima la Virgen Vulnerata. Con el tiempo, este encuentro se ha convertido en uno de los momentos más esperados y seguidos por todos los amantes de nuestra Semana Santa, debido a su emotividad. Desde este año, el Real Colegio de San Albano (los ingleses) pasa a formar parte de la Sección de Honor de la Cofradía.
En el año 2003, se celebraba el 50º aniversario desde que Genaro Lázaro Gumiel tallara nuestra imagen titular. La imagen fue restaurada para la ocasión y tuvo el honor de presidir el Pregón de Semana Santa de la ciudad. Fue un momento emotivo para todos los cofrades el poder contemplar una talla moderna en el acto previo a la Semana Santa de este año en el altar mayor de la Santa Iglesia Catedral. Entre otros actos la Cofradía tuvo el honor de recibir en su sede y durante la celebración de nuestro Santo Quinario y Besapié, al nuevo Arzobispo de Valladolid, D. Braulio Rodríguez Plaza.
En la Semana Santa de este año, se incorporan a nuestro patrimonio una cruz-guía y unos faroles en madera noble y plata, realizadas en Motril por el Maestro Orfebre Gaspar Aragón.
El transcurso de los años ha hecho evolucionar la antigua Procesión de Caridad y Penitencia, hoy de Penitencia y Caridad, en la que ya no se hace parada en la prisión provincial y sí en los hospitales; y desde la Semana Santa del año 2003, en el asilo de “Nuestra Señora del Carmen”. Participa conjuntamente con nuestra Cofradía, la Cofradía de Ntra. Señora de la Piedad, con sus pasos Cristo de la Cruz a María y La Quinta Angustia.
Coincidiendo con el 75º aniversario de la fundación de la Cofradía, en el año 2004, se llevan a cabo diversos actos, destacando entre los mismos: el protagonismo de nuestra Cofradía y sus imágenes en la presentación de los carteles de la Semana Santa de Valladolid -en 1956, con el Cristo de Juan de Juni, y en 1996, con el Cristo de la Preciosa Sangre, fueron las otras dos fechas en que nuestra Cofradía fue protagonista del cartel anunciador de nuestra Semana Santa-; la presentación del libro “El peso de la Cruz. 1929-2004” compendio y resumen de los 75 años de historia de la Cofradía; un ciclo de conferencias que versan sobre cada uno de los Cristos titulares que la Cofradía ha procesionado, época, autor y sociedad, a cargo de Enrique Orduña -ex–Alcalde de la Cofradía de las Angustias-, Pablo Marcos -ex–Hermano Mayor de la Cofradía de la Preciosísima Sangre- y Javier Burrieza -historiador-; una exposición con el patrimonio más destacado; una Eucaristía extraordinaria a celebrar el 21 de marzo; la Primera Edición del Premio Lázaro Gumiel a la Iniciatica Cofrade, y una procesión extraordinaria que se celebrará el 27 de marzo y que recorrerá el centro de la ciudad, llegando al Convento de las MM. Catalinas (lugar donde se venera el Cristo en la Cruz de Juan de Juni) y a la Iglesia Penitencial de las Angustias (donde se rinde culto al Cristo de los Carboneros). Así mismo, se incorporan a nuestro patrimonio un Libro de Reglas, y cuatro varas en madera y plata para la Junta de Gobierno.
Coincidiendo con la finalización de los actos del 75 aniversario, finalizó también el mandato de d. Enrique Hernández, siendo sustituido por dña. María del Pilar Alonso al frente de la Cofradía. Durante los años que ha estado como Hermana Mayor, ha consolidado el Premio Lázaro Gumiel, ha promovido la construcción de unas nuevas andas para el Sto. Cristo del Olvido y ha fijado un Triduo en su Honor a celebrar en cuaresma, en la iglesia de la Antigua. También se procedió a restaurar dicha talla.
Este es a grandes rasgos un recorrido por la historia y anecdotario de la Venerable Cofradía de la Preciosísima Sangre de Ntro. Señor Jesucristo, que lejos de pretender ser reflejo exacto y concienzudo de todo lo acaecido en sus años de historia, si quiere ser reseña de amor y seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo.


Fotografias tomadas de internet y de la pagina web de la Junta de Cofradías de Semana Santa de Valladolid. JCSSV

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