martes, 30 de octubre de 2012

LAS CRUCES DE MI TIERRA (POLONIA)


Colabora nuevamente en el blog Don Grzegorz Lonski, sacerdote polaco y hermano de la Penitencial de la Pasión. Esta vez nos habla de una tradición antigua y muy arraigada del pueblo polaco: las cruces. Desgraciadamente el paso del tiempo hace que esta y otras tantas tradiciones estén desapareciendo como consecuencia del abandono de unos y la desidia de otros. Como siempre doy las gracias a Don Gregorio y le invito a nuevas intervenciones



Predicaba un profeta sobre la cruz; ¿qué se realiza en este nobilísimo símbolo de fuerza y potestad que aparece en todas las cosas?¿Observad el mundo, es posible que pueda existir sin la cruz? Si el barco no tiene vela, no es posible atravesar navegando el mar. Sin las herramientas en forma de cruz no es posible cultivar el campo, sin ellas los granjeros y los artesanos carecerían de fuerza. La cualidad que impone la diferencia entre las personas y los animales es la postura que hace posible extender las manos en forma de cruz. Nosotros vivimos en estos tiempos cada vez más rápidamente y nos olvidamos de todo. Olvidamos nuestro pasado, la historia y la cultura. Estamos tan ocupados en el tiempo presente que no percibimos, o no queremos percibir, el mensaje del paisaje, donde en silencio están muriendo las cruces. Los símbolos fuertes de la fe, la confianza y el honor de las costumbres de nuestros padres. 


La cruz ya era conocida en tiempos antiguos. Este signo se encuentra entre algunos amuletos y significó la protección ante los peligros y también la obtención de la salud. En Persia sin embargo en las cruces eran colgados los malhechores, y esta costumbre la tomaron los romanos. Sobre la cruz fue crucificado Jesucristo, del mismo modo en que eran crucificados los esclavos. El madero de la cruz significaba la infamia hasta el tiempo de Cristo. Pero a partir de Cristo la cruz es un signo de victoria sobre la muerte y también un signo de salvación. La región de Podlasie en el Noreste de Polonia es una zona multicultural, en ella existe una gran diversidad de cruces. Encontramos allí las cruces de los católicos, de los ortodoxos, de los protestantes y de ultra ortodoxos, cada una tiene sus propios distintivos que son manifestación de una comunidad concreta; los elementos que contiene cada cruz atestiguan su pertenencia a esa comunidad cristiana.

 

En los primeros años del siglo XX las cruces de mi región eran miles; en cada campo, cerca del cruce de los caminos y cerca de cada casa. En el año 1936 escribió el sacerdote Stanislaw Szyroki: "cerca de los caminos, por ejemplo de Janow hasta Romaszowka, las cruces que están en la orilla del camino  –cuando se están mirando de lejos–,  dan la impresión de dos líneas de pilares telegráficos. Por otro lado en esta parroquia – cuando observamos la colina, cerca del pueblo de Krasne–,  vemos 17 cruces juntas.´´ Existía un registro sobre las cruces de la región del año 1911, que en una resolución del consistorio municipal se demuestra que en la zona que abarcaba toda la parroquia existían 263 cruces; "Las  cruces son de hierro, de piedra, pero muchas más sin embargo son las cruces de madera, pero todas son de buen gusto con diferentes motivos decorativos. Las inscripciones sobre las cruces son variadas: van desde recuerdos de las epidemias, el hambre, el fuego y la guerra, hasta  epitafios a los muertos.´´


 Las cruces y las capillas del noreste de Polonia representan la autentica forma de arte monumental de esos pueblos, en ellas se conmemoran algunos acontecimientos, o han surgido de necesidades o de costumbres. La historia de estas cruces, si se busca en profundidad, no sólo es del tiempo en que Polonia aceptó el cristianismo. Se puede intuir que las cruces que están cerca de los caminos son continuación de las tradiciones paganas y sustituyen a los ídolos de bosques y árboles. 

 
 Los pueblos eslavos paganos tenían gran devoción a los ídolos de los bosques, en cuyos árboles se colgaban los fragmentos de la ropa de los enfermos. Aquellos hombres tenían esta forma mágica para curarlos. En algunos pueblos, todavía hace 50 años, estaban continuamente practicando la costumbre de colgar en las cruces algunas partes de la ropa de algún enfermo y de este modo asegurar su salud. En la Iglesia Ortodoxa también ahora suelen colgarse sobre las cruces cintas azules. ¿Será este el eco de la antigua fe de los habitantes de esta tierra? El vínculo entre la madera y la cruz siempre ha sido muy fuerte en Polonia. En tiempos antiguos, después del nacimiento de un niño, se construía una cruz, y cerca de ella se plantaba un árbol. Hasta incluso en este tiempo se ponen cerca una del otro; la cruz y el árbol. La cruz tiene virtualidad para curar, así lo creía la gente, y por eso se construyeron muchas en tiempos de epidemias. 
 
 
Existe una vieja cruz que está en un cementerio y recuerda a las gentes que murieron por causa de las epidemias cerca del pueblo de Krzyrzewicze. La cruz del año 1831 estaba hecha primitivamente de piedra y construida en el cementerio que era del siglo XVII. En esta fecha de 1831, se desató una terrible epidemia, la más grande en todo del Imperio Ruso en el siglo XIX. En esté tiempo la región Noreste de Polonia estaba ocupada por Rusia. En la zona del municipio de Janow llevaron esa epidemia los soldados rusos cuando estaban transportando carretas de Wolkowysk hasta a Lomza, el 18 de junio 1831. Dos de ellos murieron y fueron enterrados en el cementerio especialmente creado para los enfermos de aquella epidemia. La noticia acerca de la epidemia llegó al pueblo de Teolin y todos los habitantes se pusieron a construir una cruz contra la epidemia. Las personas más mayores cuentan que cuando en aquella región aparecía la epidemia, las mujeres debían tejer en veinticuatro horas una manta de 40 metros que se llamaba swojczyk, hecha de lino y de color blanco. Los varones en esté tiempo iban a los bosques a cortar un roble y labrarlo para hacer una cruz que se llamaba cruz de Caravaca, en honor del famoso pueblo de Murcia en España, y la utilizaban para suplicar a Dios que alejase de ellos aquel mal. 


La cruz debía tener dos brazos horizontales, el más corto arriba y el más largo abajo. En ocasiones en una noche quedaba completamente construida. Después, dos bueyes blancos debían pasar arando por todo el derredor del pueblo para hacer un surco, y en el lugar donde el arado comenzó a herir la tierra era enterrada la manta, colocándose encima la cruz de Caravaca. Esto servía para recortar un espacio sagrado separado de todo del mundo.  El nombre de la cruz de Caravaca procede de una ciudad de España en la que se venera esta cruz y fue muy eficaz contra las epidemias en el siglo XVI. Sobre los dos brazos y en la viga vertical se muestran al frente 18 letras y 7 pequeñas cruces. Las letras significan las primeras palabras de una antigua oración latina, en cambio el número 7 en la religión cristiana tiene un significado de plenitud y perfección. Significa también la vida del hombre, que posee cuerpo y alma. El símbolo del cuerpo es el número 4 – porque se construyó de 4 elementos – y además está sometido a las 4 estaciones del año. El alma está representada por el número 3 – porque se nos ordenó amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la razón. Para ampliar la eficacia de las cruces se utilizaron otras formas diferentes, como colocar cruces forjadas en las coronas con un semilunio abajo. Las cruces forjadas que hacían los herreros aparecieron en el siglo XVIII y son pocas las que permanecen hasta nuestros días porque después de la gran insurrección de enero de 1863 contra Rusia el Zar prohibió construir nuevas capillas y cruces. Los años 80 y 90 del siglo XIX, y los primeros años del siglo XX hasta  la I guerra  mundial, fue una época floreciente de cruces, se construyeron infinidad de ellas. A pesar de que en esencia todas poseen formas parecidas, sin embargo no existen dos cruces idénticas, porque son distintos los ornamentos, los brazos finales, los lugares donde se cruzan y por donde entran los rayos de sol. Un elemento permanente en muchas de las cruces es la media luna, que significa la victoria de los cristianos sobre los paganos. Los artistas de los pueblos querían obtener efectos luminosos con sus composiciones, al mismo tiempo ellos tenían conciencia del efecto sorprendente que produce colocar un trozo de metal en la parte superior de una cruz de madera, de forma que se hace visible esplendorosamente cuando refleja la luz del sol y el fondo del cielo. Las cruces más antiguas perduraban aún en el siglo XIX, eran principalmente las cruces de los cementerios de los pueblos y constituían un recuerdo hacia los muertos. 

A veces estas cruces llegaban hasta el fin del pueblo. Era costumbre, que los ataúdes fuesen conducidos en carroza hasta la cruz que estaba fuera del pueblo; en ese momento era abierto el ataúd para que el muerto pudiera, por última vez, mirar a los vecinos y los lugares donde vivió toda su vida. Esta era la última despedida del muerto de su gente y del paisaje de su tierra, después el ataúd era cerrado y conducido al cementerio solo con su familia. Los habitantes de los pueblos volvían a sus casas. Las cruces se construyeron también en otros lugares, en las plazas mayores de los pueblos donde la gente en tiempo de fiestas realizaba en común oraciones. 


También en el cruce de los caminos, para proteger a los viajeros contra el mal y asegurar sus viajes. Las cruces también conmemoraban a los muertos en los lugares de las batallas. La cruz acabó por ocuparlo todo: se construyó en las fronteras, los municipios, las parroquias y las iglesias. Esta proliferación de cruces era el sustitutivo que los fieles cristianos idearon contra la prohibición de las procesiones eucarísticas durante la dominación rusa, y posteriormente en la ocupación nazi. Existió un carpintero en Okopy, que esculpía preciosamente las cruces. Sobre ellas colocaba pequeños ángeles, palomas, y otros ornatos que anteriormente estaban pintados. Estas cruces están hoy cerca de las calles que conducen desde Sztabin hasta Dolistowo. Este artista del pueblo, nació en 1884 se llamaba Piotr Radkiewicz, procedía de una familia de granjeros. Nunca llegó a fundar su propia familia y tampoco poseía una casa, simplemente ayudaba a su hermano en la granja, enseñaba a los niños, y aprovechaba todos los momentos libres para tocar el violín o esculpir. Vivió muy modestamente y gustaba viajar de un pueblo a otro. Con su ordinario cuchillo y su hacha construyó las mayores cruces de la región de Podlasie; en los cementerios, en los pueblos, y cerca de las calles. Este hombre tuvo muchos aspectos peculiares e interesantes en su persona; leía constantemente, coleccionaba libros, y tuvo siempre mucha paciencia, siendo persona muy reservada. Nunca contó algo sobre si mismo, todas sus vivencias y deseos los fijó en su arte, que era para él su pasión y su vida, aunque en ningún momento hubo para él algún beneficio material o reconocimiento hacia su obra. 


Muchas de las cruces que se construyeron en los años 40 y 50 del siglo XIX están siendo destruidas; las cruces de la región de Podlasie ahora están perdiendo su importancia, ya que no representan una conciencia de generosidad y amor para el hombre de hoy, quien apenas es capaz de aceptar alguna cruz en su vida. Se han convertido en un signo de luto, ya que cuando alguien muere se asocia con la cruz y el hecho de que esa persona ya no puede regresar a la vida. En otros casos las carcomas de la vejez provocan que sean arrojadas a la chatarra, o tomadas para colecciones privadas. Algunas, milagrosamente se han salvando y todavía están presentes en el paisaje. Son testigos mudos de nuestra historia y certifican, como los testigos, la historia de aquella tierra y la fe de nuestros padres. Ellas también están ahí puestas para nosotros, recordándonos que la vida pasa y sólo el cielo permanece.        


 Imagenes tomadas de internet. Cruces de Polonia

              

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