miércoles, 10 de abril de 2013

BENEDICTO XVI - PAPA EMERITO




QUERIDíSIMO BENEDICTO XVI



Cada día que pasa, más le quiero, más me acuerdo de usted, más leo sus escritos, más me vienen a la mente las imborrables jornadas de Valencia, Santiago de Compostela, Barcelona y Madrid. Más me acuerdo de aquel memorable 19 de abril de 2005 y de aquellas palabras sencillas y hermosas que nos dirigió a todos los católicos como Santo Padre, como PAPA.

"Queridos hermanos y hermanas: después del gran Papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor.

Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con instrumentos insuficientes, y sobre todo me encomiendo a vuestras oraciones.

En la alegría del Señor resucitado, confiando en su ayuda continua, sigamos adelante. El Señor nos ayudará y María, su santísima Madre, estará a nuestro lado. ¡Gracias!"

Y, lo más importante: cada día rezo más y más por usted, sabiendo que también usted reza por mí.

GRACIAS POR TODO, UNA Y MIL VECES SANTO PADRE


  
BENEDICTO XVI

jueves, 14 de marzo de 2013

SU SANTIDAD FRANCISCO I




 

FRANCISCUS

13 de marzo de 2013

Annuntio vobis gaudium magnum;
habemus Papam:
Eminentissimum ac Reverendissimum Dominum,
Dominum Georgium Marium
Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalem Bergoglio
qui sibi nomen imposuit Franciscum












Hermanos y hermanas, buenas tardes.

Sabéis que el deber del cónclave era dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos Cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo..., pero aquí estamos. Os agradezco la acogida. La comunidad diocesana de Roma tiene a su Obispo. Gracias. Y ante todo, quisiera rezar por nuestro Obispo emérito, Benedicto XVI. Oremos todos juntos por él, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo proteja. 
(Padre nuestro. Ave María. Gloria al Padre). 

Y ahora, comenzamos este camino: Obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos siempre por nosotros: el uno por el otro. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad. Deseo que este camino de Iglesia, que hoy comenzamos y en el cual me ayudará mi Cardenal Vicario, aquí presente, sea fructífero para la evangelización de esta ciudad tan hermosa. Y ahora quisiera dar la Bendición, pero antes, antes, os pido un favor: antes que el Obispo bendiga al pueblo, os pido que vosotros recéis para el que Señor me bendiga: la oración del pueblo, pidiendo la Bendición para su Obispo. Hagamos en silencio esta oración de vosotros por mí....

Ahora daré la Bendición a vosotros y a todo el mundo, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
(Bendición). 

Hermanos y hermanas, os dejo. Muchas gracias por vuestra acogida. Rezad por mí y hasta pronto. Nos veremos pronto. Mañana quisiera ir a rezar a la Virgen, para que proteja a toda Roma. Buenas noches y que descanséis.

jueves, 28 de febrero de 2013

NUNCA SERA UNA DESPEDIDA

Dentro de apenas unas pocas horas, se formalizará de manera efectiva, la renuncia de nuestro queridísimo Santo Padre a la Sede de Pedro. Son muchos los recuerdos que me vienen a la memoria en relación con los acontecimientos vividos en estos últimos ocho años, en los que el Señor ha querido regalarnos con una persona excepcional como sucesor de Pedro. Había quien pensaba que con Juan Pablo II el listón quedaba demasiado alto para quien le sucediese. Efectivamente, no sería fácil medirse con un coloso. Pero quién pensaba de aquella manera lo hacía sin tener en cuenta que Dios siempre tiene la última palabra. Ya antes de su elección Joseph Ratzinger dejo claro quien sería Benedicto XVI en aquella memorable homilía del funeral de Juan Pablo II; después en aquella otra de la misa "PRO ELIGENDO PONTIFICE" nos hablo claro de los problemas que acechaban y lo siguen haciendo, al hombre de hoy. Después........ la elección como Romano Pontífice... "Queridos hermanos y hermanas: después del gran papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor. Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con instrumentos insuficientes, y sobre todo me encomiendo a vuestras oraciones. En la alegría del Señor resucitado, confiando en su ayuda continua, sigamos adelante. El Señor nos ayudará y María, su santísima Madre, estará a nuestro lado. Gracias". Pasados los días, en la misa de inauguración de su Pontificado nos dejó "boquiabiertos" con aquella extraordinaria homilía donde explicaba algunas cosas difíciles de comprender con una claridad inusitada. Después vendrían los viajes, las encíclicas, los ángelus, los libros y aquella catequesis para mí emocionante sobre San Pablo; todo explicado con la profundidad de erudito y con la sencillez de maestro, en el sentido más imponente de la palabra. Con el paso del tiempo hemos podido comprobar que Benedicto XVI es otro Papa excepcional con el que hemos tenido la suerte de vivir y que los listones por altos que sean quien los salta verdaderamente es Dios mismo. Hoy en este día triste nos queda la alegría de no despedir al Santo Padre en las tres cajas de rigor. Benedicto XVI sigue con nosotros, seguirá rezando por nosotros y no cabe duda, nosotros por él, por eso esto nunca será una despedida.





DE LA ULTIMA AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA EN LA PLAZA DE SAN PEDRO 

Venerados hermanos en el episcopado y en el presbiterado,
distinguidas autoridades,
queridos hermanos y hermanas:



Os doy las gracias por haber venido, y tan numerosos, a ésta que es mi última audiencia general. Gracias de corazón. Estoy verdaderamente conmovido y veo que la Iglesia está viva. Y pienso que debemos también dar gracias al Creador por el buen tiempo que nos regala ahora, todavía en invierno. Como el apóstol Pablo en el texto bíblico que hemos escuchado, también yo siento en mi corazón que debo dar gracias sobre todo a Dios, que guía y hace crecer a la Iglesia, que siembra su Palabra y alimenta así la fe en su Pueblo. En este momento, mi alma se ensancha y abraza a toda la Iglesia esparcida por el mundo; y doy gracias a Dios por las “noticias” que en estos años de ministerio petrino he recibido sobre la fe en el Señor Jesucristo, y sobre la caridad que circula realmente en el Cuerpo de la Iglesia, y que lo hace vivir en el amor, y sobre la esperanza que nos abre y nos orienta hacia la vida en plenitud, hacia la patria celestial.
Siento que llevo a todos en la oración, en un presente que es el de Dios, donde recojo cada encuentro, cada viaje, cada visita pastoral. Recojo todo y a todos en la oración para encomendarlos al Señor, para que tengamos pleno conocimiento de su voluntad, con toda sabiduría e inteligencia espiritual, y para que podamos comportarnos de manera digna de Él, de su amor, fructificando en toda obra buena (cf. Col 1, 9-10).


En este momento, tengo una gran confianza, porque sé, sabemos todos, que la Palabra de verdad del Evangelio es la fuerza de la Iglesia, es su vida. El Evangelio purifica y renueva, da fruto, dondequiera que la comunidad de los creyentes lo escucha y acoge la gracia de Dios en la verdad y en la caridad. Ésta es mi confianza, ésta es mi alegría.
Cuando el 19 de abril de hace casi ocho años acepté asumir el ministerio petrino, tuve esta firme certeza que siempre me ha acompañado: la certeza de la vida de la Iglesia por la Palabra de Dios. En aquel momento, como ya he expresado varias veces, las palabras que resonaron en mi corazón fueron: Señor, ¿por qué me pides esto y qué me pides? Es un peso grande el que pones en mis hombros, pero si Tú me lo pides, por tu palabra echaré las redes, seguro de que Tú me guiarás, también con todas mis debilidades. Y ocho años después puedo decir que el Señor realmente me ha guiado, ha estado cerca de mí, he podido percibir cotidianamente su presencia. Ha sido un trecho del camino de la Iglesia, que ha tenido momentos de alegría y de luz, pero también momentos no fáciles; me he sentido como San Pedro con los apóstoles en la barca en el lago de Galilea: el Señor nos ha dado muchos días de sol y de brisa suave, días en los que la pesca ha sido abundante; ha habido también momentos en los que las aguas se agitaban y el viento era contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y el Señor parecía dormir. Pero siempre supe que en esa barca estaba el Señor y siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya. Y el Señor no deja que se hunda; es Él quien la conduce, ciertamente también a través de los hombres que ha elegido, pues así lo ha querido. Ésta ha sido y es una certeza que nada puede empañar. Y por eso hoy mi corazón está lleno de gratitud a Dios, porque jamás ha dejado que falte a toda la Iglesia y tampoco a mí su consuelo, su luz, su amor. 


Estamos en el Año de la Fe, que he proclamado para fortalecer precisamente nuestra fe en Dios en un contexto que parece rebajarlo cada vez más a un segundo plano. Desearía invitaros a todos a renovar la firme confianza en el Señor, a confiarnos como niños en los brazos de Dios, seguros de que esos brazos nos sostienen siempre y son los que nos permiten caminar cada día, también en la dificultad. Me gustaría que cada uno se sintiera amado por ese Dios que ha dado a su Hijo por nosotros y que nos ha mostrado su amor sin límites. Quisiera que cada uno de vosotros sintiera la alegría de ser cristiano. En una bella oración para recitar a diario por la mañana se dice: “Te adoro, Dios mío, y te amo con todo el corazón. Te doy gracias porque me has creado, hecho cristiano...”. Sí, alegrémonos por el don de la fe; es el bien más precioso, que nadie nos puede arrebatar. Por ello demos gracias al Señor cada día, con la oración y con una vida cristiana coherente. Dios nos ama, pero espera que también nosotros lo amemos.Pero no es sólo a Dios a quien quiero dar las gracias en este momento. Un Papa no guía él solo la barca de Pedro, aunque sea ésta su principal responsabilidad. 


Yo nunca me he sentido solo al llevar la alegría y el peso del ministerio petrino; el Señor me ha puesto cerca a muchas personas que, con generosidad y amor a Dios y a la Iglesia, me han ayudado y han estado cerca de mí. Ante todo vosotros, queridos hermanos cardenales: vuestra sabiduría y vuestros consejos, vuestra amistad han sido valiosos para mí; mis colaboradores, empezando por mi Secretario de Estado que me ha acompañado fielmente en estos años; la Secretaría de Estado y toda la Curia Romana, así como todos aquellos que, en distintos ámbitos, prestan su servicio a la Santa Sede. Se trata de muchos rostros que no aparecen, permanecen en la sombra, pero precisamente en el silencio, en la entrega cotidiana, con espíritu de fe y humildad, han sido para mí un apoyo seguro y fiable. Un recuerdo especial a la Iglesia de Roma, mi diócesis. No puedo olvidar a los hermanos en el episcopado y en el presbiterado, a las personas consagradas y a todo el Pueblo de Dios: en las visitas pastorales, en los encuentros, en las audiencias, en los viajes, siempre he percibido gran interés y profundo afecto. Pero también yo os he querido a todos y cada uno, sin distinciones, con esa caridad pastoral que es el corazón de todo Pastor, sobre todo del Obispo de Roma, del Sucesor del Apóstol Pedro. Cada día he llevado a cada uno de vosotros en la oración, con el corazón de padre. 


Desearía que mi saludo y mi agradecimiento llegara además a todos: el corazón de un Papa se extiende al mundo entero. Y querría expresar mi gratitud al Cuerpo diplomático ante la Santa Sede, que hace presente a la gran familia de las Naciones. Aquí pienso también en cuantos trabajan por una buena comunicación, y a quienes agradezco su importante servicio. En este momento, desearía dar las gracias de todo corazón a las numerosas personas de todo el mundo que en las últimas semanas me han enviado signos conmovedores de delicadeza, amistad y oración. Sí, el Papa nunca está solo; ahora lo experimento una vez más de un modo tan grande que toca el corazón. 


El Papa pertenece a todos y muchísimas personas se sienten muy cerca de él. Es verdad que recibo cartas de los grandes del mundo –de los Jefes de Estado, de los líderes religiosos, de los representantes del mundo de la cultura, etcétera. Pero recibo también muchísimas cartas de personas humildes que me escriben con sencillez desde lo más profundo de su corazón y me hacen sentir su cariño, que nace de estar juntos con Cristo Jesús, en la Iglesia. Estas personas no me escriben como se escribe, por ejemplo, a un príncipe o a un personaje a quien no se conoce. Me escriben como hermanos y hermanas o como hijos e hijas, sintiendo un vínculo familiar muy afectuoso. Aquí se puede tocar con la mano qué es la Iglesia –no una organización, una asociación con fines religiosos o humanitarios, sino un cuerpo vivo, una comunión de hermanos y hermanas en el Cuerpo de Jesucristo, que nos une a todos. Experimentar la Iglesia de este modo, y poder casi llegar a tocar con la mano la fuerza de su verdad y de su amor, es motivo de alegría, en un tiempo en que tantos hablan de su declive. Pero vemos cómo la Iglesia hoy está viva.

 
En estos últimos meses, he notado que mis fuerzas han disminuido, y he pedido a Dios con insistencia, en la oración, que me iluminara con su luz para tomar la decisión más adecuada no para mi propio bien, sino para el bien de la Iglesia. He dado este paso con plena conciencia de su importancia y también de su novedad, pero con una profunda serenidad de ánimo. Amar a la Iglesia significa también tener el valor de tomar decisiones difíciles, sufridas, teniendo siempre delante el bien de la Iglesia y no el de uno mismo. 


Permitidme aquí volver de nuevo al 19 de abril de 2005. La seriedad de la decisión reside precisamente también en el hecho de que a partir de aquel momento me comprometía siempre y para siempre con el Señor. Siempre –quien asume el ministerio petrino ya no tiene ninguna privacidad. Pertenece siempre y totalmente a todos, a toda la Iglesia. Su vida, por así decirlo, viene despojada de la dimensión privada. He podido experimentar, y lo experimento precisamente ahora, que uno recibe la vida justamente cuando la da. Antes he dicho que muchas personas que aman al Señor aman también al Sucesor de San Pedro y le tienen un gran cariño; que el Papa tiene verdaderamente hermanos y hermanas, hijos e hijas en todo el mundo, y que se siente seguro en el abrazo de vuestra comunión; porque ya no se pertenece a sí mismo, pertenece a todos y todos le pertenecen. El “siempre” es también un “para siempre” –ya no existe una vuelta a lo privado. Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio no revoca esto. No vuelvo a la vida privada, a una vida de viajes, encuentros, recepciones, conferencias, etcétera. No abandono la cruz, sino que permanezco de manera nueva junto al Señor Crucificado. Ya no tengo la potestad del oficio para el gobierno de la Iglesia, pero en el servicio de la oración permanezco, por así decirlo, en el recinto de San Pedro. San Benito, cuyo nombre llevo como Papa, me será de gran ejemplo en esto. Él nos mostró el camino hacia una vida que, activa o pasiva, pertenece totalmente a la obra de Dios.


Doy las gracias a todos y cada uno también por el respeto y la comprensión con la que habéis acogido esta decisión tan importante. Continuaré acompañando el camino de la Iglesia con la oración y la reflexión, con la entrega al Señor y a su Esposa, que he tratado de vivir hasta ahora cada día y quisiera vivir siempre. Os pido que me recordéis ante Dios, y sobre todo que recéis por los Cardenales, llamados a una tarea tan relevante, y por el nuevo Sucesor del Apóstol Pedro: que el Señor le acompañe con la luz y la fuerza de su Espíritu. Invoquemos la intercesión maternal de la Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia, para que nos acompañe a cada uno de nosotros y a toda la comunidad eclesial; a Ella nos encomendamos, con profunda confianza. 

 
Queridos amigos, Dios guía a su Iglesia, la sostiene siempre, también y sobre todo en los momentos difíciles. No perdamos nunca esta visión de fe, que es la única visión verdadera del camino de la Iglesia y del mundo. Que en nuestro corazón, en el corazón de cada uno de vosotros, esté siempre la gozosa certeza de que el Señor está a nuestro lado, no nos abandona, está cerca de nosotros y nos cubre con su amor. 

Gracias.



Fotografías tomadas de internet

martes, 12 de febrero de 2013

BENEDICTO XVI TAMBIEN ES "EL PAPA DE NUESTRAS VIDAS"

Hace ya algunos meses publique en el blog esta entrada con motivo de la fiesta litúrgica del Beato Juan Pablo II. En el día de hoy, cuando todavía estamos impactados por la noticia de la renuncia a la Sede de Pedro de nuestro queridísimo Santo Padre Benedicto XVI me parece que, de alguna manera recobra actualidad. Al volverlo a leer encuentro un nuevo sentido a las palabras dichas por el Papa en Cuatro Vientos en las memorables jornadas de la JMJ de Madrid y que bien pueden aplicarse al tiempo presente y a los acontecimientos históricos que estamos viviendo: …No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad. El Señor os ha otorgado vivir en este momento de la historia, para que gracias a vuestra fe siga resonando su Nombre en toda la tierra..."  No tendremos ningún miedo Santo Padre ni al mundo, ni al futuro, ni a la constatación de nuestra propia debilidad; sabemos que tenemos al Señor de nuestra parte y que usted seguirá velando por todos nosotros. Gracias, gracias, muchísimas gracias por su trabajo, por sus desvelos, por sus oraciones, por su ejemplo. Gracias por todo Santo Padre.

 

 

Orémus por Pontífice nostro Benedicto

Dóminus consérvet eum,
et viv
íficet eum,
et be
átum fáciat eum in terra,

et non tradat eum in ánimam inimicórum éius.
 

EL PAPA DE NUESTRAS VIDAS

 

Hoy 22 de octubre es un día muy especial. Es la fiesta litúrgica del Beato Juan Pablo II. Para muchos de nosotros Juan Pablo II fue en pocas palabras el  "Papa de nuestras vidas". Él nos ayudó a encontrar nuevos horizontes, nos animó en cada momento a no tener miedo y con su ejemplo a lo largo de los años nos enseño a saber vivir y a saber morir. Fui testigo de aquella primera visita del Papa a España, de la memorable tarde en el “Santiago Bernabéu” donde un Papa joven en diálogo con todos y cada uno de los jóvenes que allí nos encontrábamos nos hacía preguntas importantes; algunas las contestamos allí mismo a voz en grito, otras poco a poco las hemos ido contestando a lo largo de nuestras vidas o mejor, hemos ido encontrando la única respuesta a esas preguntas que no es otra que la fe y la confianza ciega en el Señor. También fui testigo de aquella otra visita, la última que nos hizo donde, un Papa ya anciano curiosamente nos seguía haciendo preguntas y nos dejaba el testimonio de su vida y otro lema a unir a su “Totus Tuus”. El “…Vale la pena…”, “… vale la pena seguir a Cristo…” que resonó en el aeródromo de Cuatro Vientos. Ahora, algunos años después otro Papa, Benedicto XVI, en el marco de la JMJ de Madrid nos ha dejado una especie de continuación a aquel “…vale la pena…”, cuando dirigiéndose a los jóvenes y no tan jóvenes nos decía: “…No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad. El Señor os ha otorgado vivir en este momento de la historia, para que gracias a vuestra fe siga resonando su Nombre en toda la tierra. En esta vigilia de oración, os invito a pedir a Dios que os ayude a descubrir vuestra vocación en la sociedad y en la Iglesia y a perseverar en ella con alegría y fidelidad. Vale la pena acoger en nuestro interior la llamada de Cristo y seguir con valentía y generosidad el camino que él nos proponga…”. Pensándolo bien, Benedicto XVI es también el “Papa de nuestras vidas”.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

TU ES PETRUS.... LINO, CLETO Y CLEMENTE

Siguiendo este ciclo dedicado a los Papas e iniciado con San Pedro, en esta ocasión hablaremos de los tres que siguieron en esa misión de encabezar la Iglesia. Como podemos imaginarnos, son muchas las dificultades para poder hablar de estos primeros "Obispos de Roma" entre otras, por las pocas noticias que se tiene de ellos. Incluso en la misma terminología, algunos historiadores quieren distinguir entre los términos "Papa" y "Obispo de Roma" en estos primeros sucesores de Pedro. Como ya dije en la anterior intervención aquí no entraremos en disquisiciones, ni en teorías, ni elucubraciones al respecto, sin querer decir con esto que se renuncie al rigor. Solo procederé a su enumeración y a relatar algunos pocos detalles de su vida porque fuesen lo que fuesen, la Iglesia los tiene como los primeros Pontífices. Respecto de los pocos detalles que se saben de ellos, derivan del recuento que de los mismos hace San Irineo en su tratado "Contra todas las herejías". Esa enumeración comienza con Lino y termina con Eleuterio (12 Papas). Además en el caso de estos tres primeros se les nombra en el conocido "Canon Romano" o Plegaria Eucarística I : "...Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria, ante todo de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, San José, la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, Santiago y Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián, y la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección. Por Cristo, nuestro Señor. Amén...". Como ya indique en la anterior entrada, en este año de la Fe, buena sería la lectura de las Cartas de San Pablo a Timoteo y a los Filipenses a las que se hace mención en esta ocasión.

LINO (67-76)

Poco se sabe de él, nacido se cree en la Toscana, tan solo que lo nombran San Irineo y Eusebio de Cesaréa (conocido como el padre de la historia de la Iglesia, ya que sus escritos se remontan al cristianismo primitivo). Algunos le identifican en los "saludos y despedida" de la Carta del Apóstol San Pablo a Timoteo (4, 19-22). Se cree que murió mártir. Con relación a los martirios, según la tradición, todos los Papas anteriores al "Edicto de Milán" murieron mártires, aún cuando históricamente no se ha podido comprobar.

CLETO (76-89)

Nacido en Roma, como en el caso de Lino, son muy pocas cosas las que se conocen de él. Tan solo que aparece en las listas más antiguas de los Obispos de Roma (San Irineo) y que en algún caso se le confunde con otro de nombre Aniceto (por ejemplo en el "Liber Pontificalis"). También parece ser que murió mártir, pero como en todos estos casos, nada se sabe a ciencia cierta.

CLEMENTE (91-101)

De  Clemente se sabe algo más. Existe en Roma una antigua basílica levantada sobre su tumba. Nacido en Roma, tiene que enfrentarse en su pontificado al levantamiento contra los presbíteros en Corinto, mandándoles una carta en la que llama al orden a la iglesia corintia, haciendo mención en ella a la memoria de Pedro y Pablo a quienes conoció y pudo escuchar sus enseñanzas. Como en el caso de Lino, algunos le identifican en la Carta de San Pablo a los Filipenses (4, 2-3). En su pontificado se enfrentó con los primeros cismas y herejías: dos especialmente: los "gnósticos", según los cuales la salvación no viene por la fe en el perdón conseguido por el sacrificio de Cristo, sino por el conocimiento  introspectivo  de lo divino. La muerte de Cristo no basta para la salvación, siendo el hombre autónomo para salvarse a sí mismo; y los "ebionitas" que en sus diversas ramas negaban la divinidad y el nacimiento virginal de Cristo y solo reconocían como verdadero el Evangelio de San Mateo.


Imágenes tomadas de internet
Sobre la Basílica de San Clemente en Roma: http://www.basilicasanclemente.com/
 

miércoles, 14 de noviembre de 2012

TU ES PETRUS... PEDRO, PRINCIPE DE LOS APOSTOLES

"...Tu es Petrus et super hanc petram ædificabo Ecclesiam meam: et portæ inferi non prævalebunt adversus eam. Et tibi dabo claves regni cælorum. Quodcumque ligaveris super terram,  erit ligatum et in cælis, et quodcumque solveris super terram,  erit solutum et in cælis. ...". "...Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos..."  Desde que inicio su andadura este blog, hace ya más de un año, una de las ideas que tenía al respecto era hacer una serie de entradas referidas a los Papas. Desde San Pedro a Benedicto XVI, veinte siglos de historia de la Iglesia asentada sobre las palabras dichas por Jesús a Pedro confirmándole como cabeza de la misma. La pretensión no es de ningún modo hacer erudición al respecto, sino el comprobar fehacientemente que en cualquiera de los casos el Espíritu Santo siempre ha estado presente en todos y cada uno de los avatares por los que ha pasado la Iglesia, sobre todo en lo que se refiere a la cabeza visible de la misma, aunque en ocasiones nos resulte difícil comprenderlo. Muchas veces se intenta entender hechos y aspectos históricos analizándolos con la mentalidad actual. Es un error; la historia solo se puede entender si nos situamos sin ningún prejuicio en ese mismo tiempo en el que se desarrollan los acontecimientos e intentamos verlos con los mismos ojos con los que los vieron sus contemporáneos. Con esta premisa fundamental y de manera semanal intentaré hacer el elenco de todos los Papas habidos a lo largo de la historia comenzando, como no podría ser de otro modo con Pedro.

PEDRO

Con su hermano Andrés se dedicaba a la pesca en Galilea. El primer encuentro de Jesús con Pedro lo narra el Evangelio de San Juan"... Andrés el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Este se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: Hemos encontrado al Mesías -que quiere decir, Cristo- Y le llevó donde Jesús. Jesús fijando su mirada en él le dijo: Tú eres Simón, el hijo de Juan: Tu te llamarás Cefas -que quiere decir Piedra-..." (Jn 1,40-42). Después de este primer encuentro será el Evangelio de San Mateo donde se nos narrará la llamada definitiva: "...Mientras caminaban junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón el llamado Pedro y Andrés, su hermano, que echaban la red al mar , pues eran pescadores. Y les dijo: Seguidme y os haré pescadores de hombres... Ellos, al momento dejaron las redes y le siguieron..." (Mt.4,19-20). Posteriormente en el mismo Evangelio se narra la declaración más importante en la vida de Pedro, su declaración de fe. Será en Cesarea de Filipo"...Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo..." a lo que Jesús responde: "... Bienaventurado eres Simón, hijo de Juan, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mí Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las fuerzas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos ; y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos..." (Mt.16,16-19). Después de esto vivirá con el Señor momentos impresionantes; los milagros, la Transfiguración; había comprobado como obedecían a Jesús los vientos y las aguas del mar. Es también en el Evangelio de San Mateo donde se narra otro hecho portentoso y que a mí particularmente es uno de los que más me gusta de todos los Evangelios, entre otras cosas porque en las variadísimas vicisitudes de la vida podemos fácilmente ponernos en el lugar de Pedro en la segura confianza de que el Señor obra y responde de idéntica manera: "... En la cuarta vigilia de la noche vino hacia ellos caminando sobre el mar. Cuando le vieron los discípulos andando sobre el mar, se asustaron y dijeron: ¡Es un fantasma! y llenos de miedo empezaron a gritar. Pero al instante Jesús les hablo: Tened confianza, soy yo no tengáis miedo. Entonces Pedro le respondió. Señor, si eres tú manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Ven, le dijo él. Y Pedro se bajo de la barca y comenzó a andar sobre las aguas en dirección a Jesús. Pero al ver que el viento era muy fuerte se atemorizó y, al empezar a hundirse, se puso a gritar: ¡Señor, sálvame! Al instante Jesús alargo la mano lo sujeto y le dijo: Hombre de poca fe ¿por qué has dudado? Y cuando subieron a la barca, se calmo el viento..." (Mt. 14, 25-32). Después vendrían las negaciones y el arrepentimiento, la Pasión del Señor, la Resurrección, Pentecostés... y a partir de ese momento para Pedro no existieron las barreras. Escribió dos cartas, que en este Año de la Fe, convendría leer o releer. En la primera de ellas habla entre otras cosas del Bautismo y de sus consecuencias, queriendo exhortar (nos) a los cristianos a mantenerse (nos) firmes en la fe en medio de todas las dificultades y contrariedades. En la segunda de ellas (nos) previene de las enseñanzas de los falsos doctores y da doctrina acerca de la segunda venida gloriosa del Señor. Finalmente, en uno de sus viajes a Roma entre los años 67-68 (decimo tercero o decimocuarto de Nerón) aún cuando hay diversas teorías al respecto, cuenta de tradición que fue detenido siendo crucificado boca abajo al no considerarse digno de padecer el mismo suplicio del Señor.

Imagen tomada de internet 
 

martes, 30 de octubre de 2012

LAS CRUCES DE MI TIERRA (POLONIA)


Colabora nuevamente en el blog Don Grzegorz Lonski, sacerdote polaco y hermano de la Penitencial de la Pasión. Esta vez nos habla de una tradición antigua y muy arraigada del pueblo polaco: las cruces. Desgraciadamente el paso del tiempo hace que esta y otras tantas tradiciones estén desapareciendo como consecuencia del abandono de unos y la desidia de otros. Como siempre doy las gracias a Don Gregorio y le invito a nuevas intervenciones



Predicaba un profeta sobre la cruz; ¿qué se realiza en este nobilísimo símbolo de fuerza y potestad que aparece en todas las cosas?¿Observad el mundo, es posible que pueda existir sin la cruz? Si el barco no tiene vela, no es posible atravesar navegando el mar. Sin las herramientas en forma de cruz no es posible cultivar el campo, sin ellas los granjeros y los artesanos carecerían de fuerza. La cualidad que impone la diferencia entre las personas y los animales es la postura que hace posible extender las manos en forma de cruz. Nosotros vivimos en estos tiempos cada vez más rápidamente y nos olvidamos de todo. Olvidamos nuestro pasado, la historia y la cultura. Estamos tan ocupados en el tiempo presente que no percibimos, o no queremos percibir, el mensaje del paisaje, donde en silencio están muriendo las cruces. Los símbolos fuertes de la fe, la confianza y el honor de las costumbres de nuestros padres. 


La cruz ya era conocida en tiempos antiguos. Este signo se encuentra entre algunos amuletos y significó la protección ante los peligros y también la obtención de la salud. En Persia sin embargo en las cruces eran colgados los malhechores, y esta costumbre la tomaron los romanos. Sobre la cruz fue crucificado Jesucristo, del mismo modo en que eran crucificados los esclavos. El madero de la cruz significaba la infamia hasta el tiempo de Cristo. Pero a partir de Cristo la cruz es un signo de victoria sobre la muerte y también un signo de salvación. La región de Podlasie en el Noreste de Polonia es una zona multicultural, en ella existe una gran diversidad de cruces. Encontramos allí las cruces de los católicos, de los ortodoxos, de los protestantes y de ultra ortodoxos, cada una tiene sus propios distintivos que son manifestación de una comunidad concreta; los elementos que contiene cada cruz atestiguan su pertenencia a esa comunidad cristiana.

 

En los primeros años del siglo XX las cruces de mi región eran miles; en cada campo, cerca del cruce de los caminos y cerca de cada casa. En el año 1936 escribió el sacerdote Stanislaw Szyroki: "cerca de los caminos, por ejemplo de Janow hasta Romaszowka, las cruces que están en la orilla del camino  –cuando se están mirando de lejos–,  dan la impresión de dos líneas de pilares telegráficos. Por otro lado en esta parroquia – cuando observamos la colina, cerca del pueblo de Krasne–,  vemos 17 cruces juntas.´´ Existía un registro sobre las cruces de la región del año 1911, que en una resolución del consistorio municipal se demuestra que en la zona que abarcaba toda la parroquia existían 263 cruces; "Las  cruces son de hierro, de piedra, pero muchas más sin embargo son las cruces de madera, pero todas son de buen gusto con diferentes motivos decorativos. Las inscripciones sobre las cruces son variadas: van desde recuerdos de las epidemias, el hambre, el fuego y la guerra, hasta  epitafios a los muertos.´´


 Las cruces y las capillas del noreste de Polonia representan la autentica forma de arte monumental de esos pueblos, en ellas se conmemoran algunos acontecimientos, o han surgido de necesidades o de costumbres. La historia de estas cruces, si se busca en profundidad, no sólo es del tiempo en que Polonia aceptó el cristianismo. Se puede intuir que las cruces que están cerca de los caminos son continuación de las tradiciones paganas y sustituyen a los ídolos de bosques y árboles. 

 
 Los pueblos eslavos paganos tenían gran devoción a los ídolos de los bosques, en cuyos árboles se colgaban los fragmentos de la ropa de los enfermos. Aquellos hombres tenían esta forma mágica para curarlos. En algunos pueblos, todavía hace 50 años, estaban continuamente practicando la costumbre de colgar en las cruces algunas partes de la ropa de algún enfermo y de este modo asegurar su salud. En la Iglesia Ortodoxa también ahora suelen colgarse sobre las cruces cintas azules. ¿Será este el eco de la antigua fe de los habitantes de esta tierra? El vínculo entre la madera y la cruz siempre ha sido muy fuerte en Polonia. En tiempos antiguos, después del nacimiento de un niño, se construía una cruz, y cerca de ella se plantaba un árbol. Hasta incluso en este tiempo se ponen cerca una del otro; la cruz y el árbol. La cruz tiene virtualidad para curar, así lo creía la gente, y por eso se construyeron muchas en tiempos de epidemias. 
 
 
Existe una vieja cruz que está en un cementerio y recuerda a las gentes que murieron por causa de las epidemias cerca del pueblo de Krzyrzewicze. La cruz del año 1831 estaba hecha primitivamente de piedra y construida en el cementerio que era del siglo XVII. En esta fecha de 1831, se desató una terrible epidemia, la más grande en todo del Imperio Ruso en el siglo XIX. En esté tiempo la región Noreste de Polonia estaba ocupada por Rusia. En la zona del municipio de Janow llevaron esa epidemia los soldados rusos cuando estaban transportando carretas de Wolkowysk hasta a Lomza, el 18 de junio 1831. Dos de ellos murieron y fueron enterrados en el cementerio especialmente creado para los enfermos de aquella epidemia. La noticia acerca de la epidemia llegó al pueblo de Teolin y todos los habitantes se pusieron a construir una cruz contra la epidemia. Las personas más mayores cuentan que cuando en aquella región aparecía la epidemia, las mujeres debían tejer en veinticuatro horas una manta de 40 metros que se llamaba swojczyk, hecha de lino y de color blanco. Los varones en esté tiempo iban a los bosques a cortar un roble y labrarlo para hacer una cruz que se llamaba cruz de Caravaca, en honor del famoso pueblo de Murcia en España, y la utilizaban para suplicar a Dios que alejase de ellos aquel mal. 


La cruz debía tener dos brazos horizontales, el más corto arriba y el más largo abajo. En ocasiones en una noche quedaba completamente construida. Después, dos bueyes blancos debían pasar arando por todo el derredor del pueblo para hacer un surco, y en el lugar donde el arado comenzó a herir la tierra era enterrada la manta, colocándose encima la cruz de Caravaca. Esto servía para recortar un espacio sagrado separado de todo del mundo.  El nombre de la cruz de Caravaca procede de una ciudad de España en la que se venera esta cruz y fue muy eficaz contra las epidemias en el siglo XVI. Sobre los dos brazos y en la viga vertical se muestran al frente 18 letras y 7 pequeñas cruces. Las letras significan las primeras palabras de una antigua oración latina, en cambio el número 7 en la religión cristiana tiene un significado de plenitud y perfección. Significa también la vida del hombre, que posee cuerpo y alma. El símbolo del cuerpo es el número 4 – porque se construyó de 4 elementos – y además está sometido a las 4 estaciones del año. El alma está representada por el número 3 – porque se nos ordenó amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la razón. Para ampliar la eficacia de las cruces se utilizaron otras formas diferentes, como colocar cruces forjadas en las coronas con un semilunio abajo. Las cruces forjadas que hacían los herreros aparecieron en el siglo XVIII y son pocas las que permanecen hasta nuestros días porque después de la gran insurrección de enero de 1863 contra Rusia el Zar prohibió construir nuevas capillas y cruces. Los años 80 y 90 del siglo XIX, y los primeros años del siglo XX hasta  la I guerra  mundial, fue una época floreciente de cruces, se construyeron infinidad de ellas. A pesar de que en esencia todas poseen formas parecidas, sin embargo no existen dos cruces idénticas, porque son distintos los ornamentos, los brazos finales, los lugares donde se cruzan y por donde entran los rayos de sol. Un elemento permanente en muchas de las cruces es la media luna, que significa la victoria de los cristianos sobre los paganos. Los artistas de los pueblos querían obtener efectos luminosos con sus composiciones, al mismo tiempo ellos tenían conciencia del efecto sorprendente que produce colocar un trozo de metal en la parte superior de una cruz de madera, de forma que se hace visible esplendorosamente cuando refleja la luz del sol y el fondo del cielo. Las cruces más antiguas perduraban aún en el siglo XIX, eran principalmente las cruces de los cementerios de los pueblos y constituían un recuerdo hacia los muertos. 

A veces estas cruces llegaban hasta el fin del pueblo. Era costumbre, que los ataúdes fuesen conducidos en carroza hasta la cruz que estaba fuera del pueblo; en ese momento era abierto el ataúd para que el muerto pudiera, por última vez, mirar a los vecinos y los lugares donde vivió toda su vida. Esta era la última despedida del muerto de su gente y del paisaje de su tierra, después el ataúd era cerrado y conducido al cementerio solo con su familia. Los habitantes de los pueblos volvían a sus casas. Las cruces se construyeron también en otros lugares, en las plazas mayores de los pueblos donde la gente en tiempo de fiestas realizaba en común oraciones. 


También en el cruce de los caminos, para proteger a los viajeros contra el mal y asegurar sus viajes. Las cruces también conmemoraban a los muertos en los lugares de las batallas. La cruz acabó por ocuparlo todo: se construyó en las fronteras, los municipios, las parroquias y las iglesias. Esta proliferación de cruces era el sustitutivo que los fieles cristianos idearon contra la prohibición de las procesiones eucarísticas durante la dominación rusa, y posteriormente en la ocupación nazi. Existió un carpintero en Okopy, que esculpía preciosamente las cruces. Sobre ellas colocaba pequeños ángeles, palomas, y otros ornatos que anteriormente estaban pintados. Estas cruces están hoy cerca de las calles que conducen desde Sztabin hasta Dolistowo. Este artista del pueblo, nació en 1884 se llamaba Piotr Radkiewicz, procedía de una familia de granjeros. Nunca llegó a fundar su propia familia y tampoco poseía una casa, simplemente ayudaba a su hermano en la granja, enseñaba a los niños, y aprovechaba todos los momentos libres para tocar el violín o esculpir. Vivió muy modestamente y gustaba viajar de un pueblo a otro. Con su ordinario cuchillo y su hacha construyó las mayores cruces de la región de Podlasie; en los cementerios, en los pueblos, y cerca de las calles. Este hombre tuvo muchos aspectos peculiares e interesantes en su persona; leía constantemente, coleccionaba libros, y tuvo siempre mucha paciencia, siendo persona muy reservada. Nunca contó algo sobre si mismo, todas sus vivencias y deseos los fijó en su arte, que era para él su pasión y su vida, aunque en ningún momento hubo para él algún beneficio material o reconocimiento hacia su obra. 


Muchas de las cruces que se construyeron en los años 40 y 50 del siglo XIX están siendo destruidas; las cruces de la región de Podlasie ahora están perdiendo su importancia, ya que no representan una conciencia de generosidad y amor para el hombre de hoy, quien apenas es capaz de aceptar alguna cruz en su vida. Se han convertido en un signo de luto, ya que cuando alguien muere se asocia con la cruz y el hecho de que esa persona ya no puede regresar a la vida. En otros casos las carcomas de la vejez provocan que sean arrojadas a la chatarra, o tomadas para colecciones privadas. Algunas, milagrosamente se han salvando y todavía están presentes en el paisaje. Son testigos mudos de nuestra historia y certifican, como los testigos, la historia de aquella tierra y la fe de nuestros padres. Ellas también están ahí puestas para nosotros, recordándonos que la vida pasa y sólo el cielo permanece.        


 Imagenes tomadas de internet. Cruces de Polonia