domingo, 27 de noviembre de 2011

EL PASO DEL AZOTAMIENTO


En esta ocasión interviene en el blog Jose Angel Carreño Pérez, Doctor en Historia de América por la Universidad de Valladolid, hermano de la Penitencial y archivero que lo fue de la Cofradía al que agradezco su intervención. Nos narra aspectos de suma importacia (y curiosísimos) que tienen que ver con las instrucciones de montaje de las distintas figuras del paso del Azotamiento y otros elementos de la planta procesional. Hay que matizar que las figuras de los sayones pertenecían a la Cofradía y desgraciadamente fueron desamortizadas. Hoy en día queda en poder de la Cofradía la imagen de Cristo en el momento de la flagelación y que conocemos como "Nuestra Padre Jesús Flagelado".


Es bien sabido, al menos desde que Luis Luna Moreno lo publicó, que la cofradía tenía ya en 1584 un paso del Azotamiento. Igualmente se conoce que hacia 1650 se hablaba ya de un paso “nuevo” con esta denominación. Los estudiosos convienen en identificarlo con el actual, al margen de las distintas atribuciones sobre la autoría y de las interpretaciones del término “nuevo”. Así, pues, nuestro paso compartió con esa composición de mediados del XVII, durante más de un siglo, las calles vallisoletanas con el homónimo que la Penitencial de la Santa Vera-Cruz había encargado a Gregorio Fernández.
Aunque desconocemos el paradero de la documentación en que se recogían las instrucciones para el montaje de pasos, tanto Martí y Monsó como Agapito y Revilla pudieron utilizarlas y transcribirlas parcialmente. Gracias a ello se procedió a una reconstrucción del conjunto en la década de 1920, bien que no totalmente fidedigna hasta que en 1992 pudo corregirla el entonces director del Museo Nacional de Escultura, el mencionado Luis Luna.
A la vista de esos textos y previos los trabajos de distintos historiadores, queda clara la identidad de cada una de las imágenes secundarias de la escena después de que fueran recogidas para el naciente Museo Provincial de Bellas Artes. En las instrucciones más antiguas, lógicamente datables en torno a 1650 y transcritas por Agapito y Revilla, se menciona “el sayón que va asido de los cabellos del Señor. Se le pasa un tornillo por la mano izquierda del sayón, el que entra en el hombro izquierdo del Señor… Este no tiene espada…” En la transcripción de Martí y Monsó de la instrucción correspondiente a 1661 se habla en primer lugar de la “figura que tira la guedeja a Cristo y es el que azota… va desnudo el medio cuerpo”
Este personaje, que añade a la escena el detalle teatral al tiempo que cruel de tirar de la cabellera al Señor, plenamente identificable con el descrito en el documento anterior, quedó descolocado en la reconstrucción que del paso hizo Agapito y Revilla. Sólo se devolvió a su ubicación original en 1992, pues hasta entonces ocupaba su lugar otro azotador perteneciente al conjunto de la Vera-Cruz, mientras él había permanecido erróneamente montado dependiendo de la época, al menos, en otros dos pasos distintos, de acuerdo con los testimonios gráficos que conozco: El Despojo -actualmente Preparativos para la Crucifixión-, aparentando arrancar a Cristo sus vestiduras, y Emisit Spiritum o Todo está consumado, en el que aparece, martillo en mano, con un ademán difícilmente comprensible, pues hay que suponerlo clavando los pies de Cristo cosido a una cruz ya erguida.
En las instrucciones hallamos más referencias: “Al otro lado el sayón que va azotando al Señor… tiene espada que le asegura…” -en el texto publicado por Agapito-, identificado con la “figura que azota del revés”, según el texto que nos brinda Martí.
Nos encontramos asimismo con un sayón fácilmente reconocible por su indumentaria: “Enfrente de la cara del Señor, el sayón que tiene el vestido que parece de concha… tiene espada que le asegura, a este se le mete el cordón del Señor por la mano; que está tirando del Señor” (Agapito). Es “la figura que tira de la soga”, en la versión estudiada por Martí.
Al último de estos personajes secundarios se dedican las palabras siguientes: “Atrás el presidente Pilatos… lleva una lanza en la mano derecha, lleva espada que le asegura…” (así lo copia Agapito); o bien “sigue la figura del general que va con la cuchilla y trubante [sic, por turbante]” (en la documentación conocida por Martí).


Composición antigua y actual del paso del Azotamiento. Los sayones, pertenecientes a la Cofradía, son por obra de la desamortización del Museo Nacional de Escultura
(Imagenes tomadas de la pagina web de la Junta de Cofradías de Semana Santa de Valladolid

Una vez redactadas las instrucciones más recientes, las actas de la hermandad reflejan en el último cuarto del mismo siglo XVII y en las primeras décadas del XVIII una serie de elementos configuradores de la planta procesional. Espigando algunos de esos documentos apreciamos la presencia de cetros que precedían a la procesión; guiones; encargados de “gobernar” la procesión en cada uno de sus claros…
El Azotamiento, naturalmente, era el primero de los pasos e iba acompañado por guiones o estandartes, en plural, si bien en alguna ocasión se habla de uno solo. Con frecuencia se encargaron de portar esas insignias “oficiales de la pluma”, es decir, trabajadores dependientes del gremio de escribanos. No debe olvidarse a este respecto que entre los cofrades de la Sagrada Pasión se contaba un buen número de dichos profesionales.
No se aclara en las actas consultadas cómo era el ornato de este o de otros pasos, si bien se especifica quiénes debían encargarse de adornar los grupos procesionales en general, añadiendo a veces la frase “con brusco y flores”. Esas personas no eran sino los mayordomos de la Virgen de la Pasión.
El paso portado a hombros hacía, como parte de la planta procesional, un recorrido del que ya nos habla Canesi a mediados del siglo XVIII, al mencionar los pasos de nuestra procesión: “va por la Plaza Mayor al Ochavo, Platería, Cantarranas, Cañuelo y entra en la Puentecilla del Mesón de Magaña y de allí por en medio de la iglesia catedral sale a la calle de los Orates -actual Cánovas del Castillo- y baja a los Mercaderes de paños y sedas y por la calle de la Lonja, llega a la Plaza Mayor y finaliza en su sagrada casa…” Años después, en el paso del XVIII al XIX, la documentación estudiada por Narciso Alonso-Cortés y Teófanes Egido habla de un cambio en el recorrido, pues si bien la procesión discurría en parte por las mismas calles lo hacía en sentido inverso al indicado por Canesi.
Tras el paréntesis abierto con la recogida de imágenes secundarias para el Museo de Bellas Artes, esta escena se montó de nuevo completa -como ya hemos indicado- con motivo de la reorganización procesional ideada por Gandásegui. Al volver entonces a las calles el conjunto en las celebraciones del Viernes Santo contaba, sí, con este precedente de la Edad Moderna, pero también con la continuidad en los cortejos procesionales de la imagen principal, conocida entonces como Cristo de los azotes y llamada hoy Nuestro Padre Jesús Flagelado, que nuestra cofradía siguió sacando ya sin la compañía de sus verdugos durante el siglo XIX y en los primeros decenios del XX, antes de los cambios provocados por el mencionado arzobispo. Por cierto, en aquellos inicios de la vigésima centuria aún perduraba en la procesión del Viernes Santo la antañona costumbre, en nuestros días recuperada por algunas hermandades, de transitar por el interior de la catedral.


 Nuestro Padre Jesús Flagelado instantes antes de su salida procesional del Jueves Santo
(Fotografías del Archivo de la Cofradía tomadas por Manuel Centeno Morillo, Oficial del Cabildo de Gobierno de la Penitencial)


BIBLIOGRAFIA
J. AGAPITO Y REVILLA, Las cofradías, las procesiones y los pasos de Semana Santa en Valladolid, Valladolid, Imprenta Castellana, 1925. “Las cofradías, las procesiones y los pasos de Semana Santa en Valladolid. 2ª. adición y corrección”, en Boletín del Museo Provincial de Bellas Artes, nº. 15, Valladolid, marzo 1929, p. 12.
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M. CANESI ACEVEDO, Historia secular, y eclesiástica de la muy antigua, augusta, coronada, muy ilustre, muy noble, rica y muy leal ciudad de Valladolid, Valladolid, edición del Grupo Pinciano, Caja España, Ayuntamiento de Valladolid, Consorcio IV Centenario Ciudad de Valladolid, tomo II, 1996, pp. 23-24.
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