Hace ya algunos meses publique en el blog esta entrada con motivo de la fiesta litúrgica del Beato Juan Pablo II. En el día de hoy, cuando todavía estamos impactados por la noticia de la renuncia a la Sede de Pedro de nuestro queridísimo Santo Padre Benedicto XVI me parece que, de alguna manera recobra actualidad. Al volverlo a leer encuentro un nuevo sentido a las palabras dichas por el Papa en Cuatro Vientos en las memorables jornadas de la JMJ de Madrid y que bien pueden aplicarse al tiempo presente y a los acontecimientos históricos que estamos viviendo: “…No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad. El Señor os ha otorgado vivir en este momento de la historia, para que gracias a vuestra fe siga resonando su Nombre en toda la tierra..." No tendremos ningún miedo Santo Padre ni al mundo, ni al futuro, ni a la constatación de nuestra propia debilidad; sabemos que tenemos al Señor de nuestra parte y que usted seguirá velando por todos nosotros. Gracias, gracias, muchísimas gracias por su trabajo, por sus desvelos, por sus oraciones, por su ejemplo. Gracias por todo Santo Padre.
Orémus por Pontífice nostro Benedicto
Dóminus consérvet eum,
et vivíficet eum,
et beátum fáciat eum in terra,
et vivíficet eum,
et beátum fáciat eum in terra,
et non tradat eum in
ánimam inimicórum
éius.
EL PAPA DE NUESTRAS VIDAS
Hoy
22 de octubre es un día muy especial. Es la fiesta litúrgica del Beato
Juan Pablo II. Para muchos de nosotros Juan Pablo II fue en pocas
palabras el "Papa de nuestras vidas". Él nos ayudó a encontrar nuevos
horizontes, nos animó en cada momento a no tener miedo y con su ejemplo a
lo largo de los años nos enseño a saber vivir y a saber morir. Fui
testigo de aquella primera visita del Papa a España, de la memorable
tarde en el “Santiago Bernabéu” donde un Papa joven en diálogo con todos
y cada uno de los jóvenes que allí nos encontrábamos nos hacía
preguntas importantes; algunas las contestamos allí mismo a voz en
grito, otras poco a poco las hemos ido contestando a lo largo de
nuestras vidas o mejor, hemos ido encontrando la única respuesta a esas
preguntas que no es otra que la fe y la confianza ciega en el Señor.
También fui testigo de aquella otra visita, la última que nos hizo
donde, un Papa ya anciano curiosamente nos seguía haciendo preguntas y
nos dejaba el testimonio de su vida y otro lema a unir a su “Totus
Tuus”. El “…Vale la pena…”, “… vale la pena seguir a Cristo…” que resonó
en el aeródromo de Cuatro Vientos. Ahora, algunos años después otro
Papa, Benedicto XVI, en el marco de la JMJ de Madrid nos ha dejado una
especie de continuación a aquel “…vale la pena…”, cuando dirigiéndose a
los jóvenes y no tan jóvenes nos decía: “…No tengáis miedo al mundo, ni
al futuro, ni a vuestra debilidad. El Señor os ha otorgado vivir en este
momento de la historia, para que gracias a vuestra fe siga resonando su
Nombre en toda la tierra. En esta vigilia de oración, os invito a pedir
a Dios que os ayude a descubrir vuestra vocación en la sociedad y en la
Iglesia y a perseverar en ella con alegría y fidelidad. Vale la pena
acoger en nuestro interior la llamada de Cristo y seguir con valentía y
generosidad el camino que él nos proponga…”. Pensándolo bien, Benedicto
XVI es también el “Papa de nuestras vidas”.
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