Colabora nuevamente en el blog Don Grzegorz Lonski, sacerdote polaco y hermano de la Penitencial de la Pasión. Esta vez nos habla de una tradición antigua y muy arraigada del pueblo polaco: las cruces. Desgraciadamente el paso del tiempo hace que esta y otras tantas tradiciones estén desapareciendo como consecuencia del abandono de unos y la desidia de otros. Como siempre doy las gracias a Don Gregorio y le invito a nuevas intervenciones
Predicaba un profeta sobre la cruz; ¿qué se realiza en este nobilísimo
símbolo de fuerza y potestad que aparece en todas las cosas?¿Observad el mundo,
es posible que pueda existir sin la cruz? Si el barco no tiene vela, no es posible atravesar navegando el mar.
Sin las herramientas en forma de cruz no es posible cultivar el campo, sin
ellas los granjeros y los artesanos carecerían de fuerza. La cualidad que
impone la diferencia entre las personas y los animales es la postura que hace
posible extender las manos en forma de cruz. Nosotros vivimos en estos tiempos cada vez más rápidamente y nos
olvidamos de todo. Olvidamos nuestro pasado, la historia y la cultura. Estamos
tan ocupados en el tiempo presente que no percibimos, o no queremos percibir,
el mensaje del paisaje, donde en silencio están muriendo las cruces. Los
símbolos fuertes de la fe, la confianza y el honor de las costumbres de
nuestros padres.
La cruz ya era conocida en tiempos antiguos. Este signo se encuentra
entre algunos amuletos y significó la protección ante los peligros y también la
obtención de la salud. En Persia sin embargo en las cruces eran colgados los
malhechores, y esta costumbre la tomaron los romanos. Sobre la cruz fue crucificado Jesucristo, del mismo modo en que eran crucificados
los esclavos. El madero de la cruz significaba la infamia hasta el tiempo de
Cristo. Pero a partir de Cristo la cruz es un signo de victoria sobre la muerte
y también un signo de salvación. La región de Podlasie en el Noreste de Polonia es una zona
multicultural, en ella existe una gran diversidad de cruces. Encontramos allí
las cruces de los católicos, de los ortodoxos, de los protestantes y de ultra
ortodoxos, cada una tiene sus propios distintivos que son manifestación de una
comunidad concreta; los elementos que contiene cada cruz atestiguan su
pertenencia a esa comunidad cristiana.
En los primeros años del siglo
XX las cruces de mi región eran miles; en cada campo, cerca del cruce de los
caminos y cerca de cada casa. En el año 1936 escribió el sacerdote Stanislaw
Szyroki: "cerca de los caminos, por ejemplo de Janow hasta Romaszowka, las
cruces que están en la orilla del camino –cuando se están mirando de lejos–, dan la impresión de dos líneas de pilares
telegráficos. Por otro lado en esta parroquia – cuando observamos la colina,
cerca del pueblo de Krasne–, vemos 17
cruces juntas.´´ Existía un registro sobre las cruces de la región del año 1911, que en
una resolución del consistorio municipal se demuestra que en la zona que abarcaba
toda la parroquia existían 263 cruces; "Las cruces son de hierro, de piedra,
pero muchas más sin embargo son las cruces de madera, pero todas son de buen
gusto con diferentes motivos decorativos. Las inscripciones sobre las cruces
son variadas: van desde recuerdos de las epidemias, el hambre, el fuego y la
guerra, hasta epitafios a los muertos.´´
Las cruces y las capillas del noreste de Polonia
representan la autentica forma de arte monumental de esos pueblos, en ellas se
conmemoran algunos acontecimientos, o han surgido de necesidades o de
costumbres. La historia de estas cruces, si se busca en profundidad, no sólo es
del tiempo en que Polonia aceptó el cristianismo. Se puede intuir que las
cruces que están cerca de los caminos son continuación de las tradiciones
paganas y sustituyen a los ídolos de bosques y árboles.
Los pueblos eslavos
paganos tenían gran devoción a los ídolos de los bosques, en cuyos árboles se
colgaban los fragmentos de la ropa de los enfermos. Aquellos hombres tenían esta
forma mágica para curarlos. En algunos pueblos, todavía hace 50 años, estaban
continuamente practicando la costumbre de colgar en las cruces algunas partes
de la ropa de algún enfermo y de este modo asegurar su salud. En la Iglesia
Ortodoxa también ahora suelen colgarse sobre las cruces cintas azules. ¿Será
este el eco de la antigua fe de los habitantes de esta tierra? El vínculo entre la madera y la cruz siempre ha sido muy fuerte en
Polonia. En tiempos antiguos, después del nacimiento de un niño, se construía
una cruz, y cerca de ella se plantaba un árbol. Hasta incluso en este tiempo se
ponen cerca una del otro; la cruz y el árbol. La cruz tiene virtualidad para
curar, así lo creía la gente, y por eso se construyeron muchas en tiempos de
epidemias.
Existe una vieja cruz que está en un cementerio y recuerda a las gentes
que murieron por causa de las epidemias cerca del pueblo de Krzyrzewicze. La
cruz del año 1831 estaba hecha primitivamente de piedra y construida en el
cementerio que era del siglo XVII. En esta fecha de 1831, se desató una
terrible epidemia, la más grande en todo del Imperio Ruso en el siglo XIX. En
esté tiempo la región Noreste de Polonia estaba ocupada por Rusia. En la zona del municipio de Janow llevaron esa epidemia los soldados rusos
cuando estaban transportando carretas de Wolkowysk hasta a Lomza, el 18 de
junio 1831. Dos de ellos murieron y fueron enterrados en el cementerio
especialmente creado para los enfermos de aquella epidemia. La noticia acerca
de la epidemia llegó al pueblo de Teolin y todos los habitantes se pusieron a
construir una cruz contra la epidemia. Las personas más mayores cuentan que
cuando en aquella región aparecía la epidemia, las mujeres debían tejer en
veinticuatro horas una manta de 40 metros que se llamaba swojczyk, hecha de
lino y de color blanco. Los varones en esté tiempo iban a los bosques a cortar
un roble y labrarlo para hacer una cruz que se llamaba cruz de Caravaca, en
honor del famoso pueblo de Murcia en España, y la utilizaban para suplicar a Dios
que alejase de ellos aquel mal.
La cruz debía tener dos brazos horizontales, el
más corto arriba y el más largo abajo. En ocasiones en una noche quedaba
completamente construida. Después, dos bueyes blancos debían pasar arando por
todo el derredor del pueblo para hacer un surco, y en el lugar donde el arado
comenzó a herir la tierra era enterrada la manta, colocándose encima la cruz de
Caravaca. Esto servía para recortar un espacio sagrado separado de todo del
mundo. El nombre de la cruz de Caravaca procede de una ciudad de España en la
que se venera esta cruz y fue muy eficaz contra las epidemias en el siglo XVI. Sobre los dos brazos y en la viga vertical se muestran al frente 18 letras y 7
pequeñas cruces. Las letras significan las primeras palabras de una antigua
oración latina, en cambio el número 7 en la religión cristiana tiene un
significado de plenitud y perfección. Significa también la vida del hombre, que
posee cuerpo y alma. El símbolo del cuerpo es el número 4 – porque se construyó
de 4 elementos – y además está sometido a las 4 estaciones del año. El alma
está representada por el número 3 – porque se nos ordenó amar a Dios con todo
el corazón, con toda el alma y con toda la razón. Para ampliar la eficacia de
las cruces se utilizaron otras formas diferentes, como colocar cruces forjadas
en las coronas con un semilunio abajo. Las cruces forjadas que hacían los herreros aparecieron en el siglo
XVIII y son pocas las que permanecen hasta nuestros días porque después de la
gran insurrección de enero de 1863 contra Rusia el Zar prohibió construir
nuevas capillas y cruces. Los años 80 y 90 del siglo XIX, y los primeros años
del siglo XX hasta la I guerra mundial, fue una época floreciente de cruces,
se construyeron infinidad de ellas. A pesar de que en esencia todas poseen
formas parecidas, sin embargo no existen dos cruces idénticas, porque son
distintos los ornamentos, los brazos finales, los lugares donde se cruzan y por
donde entran los rayos de sol. Un elemento permanente en muchas de las cruces es la media luna, que significa la victoria de los cristianos
sobre los paganos. Los artistas de los pueblos querían obtener efectos
luminosos con sus composiciones, al mismo tiempo ellos tenían conciencia del
efecto sorprendente que produce colocar un trozo de metal en la parte superior
de una cruz de madera, de forma que se hace visible esplendorosamente cuando
refleja la luz del sol y el fondo del cielo. Las cruces más antiguas perduraban aún en el siglo XIX, eran
principalmente las cruces de los cementerios de los pueblos y constituían un
recuerdo hacia los muertos.
A veces estas cruces llegaban hasta el fin del
pueblo. Era costumbre, que los ataúdes fuesen conducidos en carroza hasta la cruz
que estaba fuera del pueblo; en ese momento era abierto el ataúd para que el
muerto pudiera, por última vez, mirar a los vecinos y los lugares donde vivió
toda su vida. Esta era la última despedida del muerto de su gente y del paisaje
de su tierra, después el ataúd era cerrado y conducido al cementerio solo con
su familia. Los habitantes de los pueblos volvían a sus casas. Las cruces se construyeron también en otros lugares, en las plazas
mayores de los pueblos donde la gente en tiempo de fiestas realizaba en común
oraciones.
También en el cruce de los caminos, para proteger a los viajeros
contra el mal y asegurar sus viajes. Las cruces también conmemoraban a los muertos en los lugares de las
batallas. La cruz acabó por ocuparlo todo: se construyó en las fronteras, los
municipios, las parroquias y las iglesias. Esta proliferación de cruces era el
sustitutivo que los fieles cristianos idearon contra la prohibición de las
procesiones eucarísticas durante la dominación rusa, y posteriormente en la
ocupación nazi. Existió un carpintero en Okopy, que esculpía preciosamente las cruces.
Sobre ellas colocaba pequeños ángeles, palomas, y otros ornatos que
anteriormente estaban pintados. Estas cruces están hoy cerca de las calles que
conducen desde Sztabin hasta Dolistowo. Este artista del pueblo, nació en 1884 se llamaba Piotr Radkiewicz,
procedía de una familia de granjeros. Nunca llegó a fundar su propia familia y
tampoco poseía una casa, simplemente ayudaba a su hermano en la granja,
enseñaba a los niños, y aprovechaba todos los momentos libres para tocar el
violín o esculpir. Vivió muy modestamente y gustaba viajar de un pueblo a otro.
Con su ordinario cuchillo y su hacha construyó las mayores cruces de la región
de Podlasie; en los cementerios, en los pueblos, y cerca de las calles. Este
hombre tuvo muchos aspectos peculiares e interesantes en su persona; leía
constantemente, coleccionaba libros, y tuvo siempre mucha paciencia, siendo
persona muy reservada. Nunca contó algo sobre si mismo, todas sus vivencias y
deseos los fijó en su arte, que era para él su pasión y su vida, aunque en
ningún momento hubo para él algún beneficio material o reconocimiento hacia su
obra.
Muchas de las cruces que se construyeron en los años 40 y 50 del siglo
XIX están siendo destruidas; las cruces de la región de Podlasie ahora están
perdiendo su importancia, ya que no representan una conciencia de generosidad y
amor para el hombre de hoy, quien apenas es capaz de aceptar alguna cruz en su
vida. Se han convertido en un signo de luto, ya que cuando alguien muere se
asocia con la cruz y el hecho de que esa persona ya no puede regresar a la
vida. En otros casos las carcomas de la vejez provocan que sean arrojadas a la
chatarra, o tomadas para colecciones privadas. Algunas, milagrosamente se han
salvando y todavía están presentes en el paisaje. Son testigos mudos de nuestra
historia y certifican, como los testigos, la historia de aquella tierra y la fe
de nuestros padres. Ellas también están ahí puestas para nosotros,
recordándonos que la vida pasa y sólo el cielo permanece.
Imagenes tomadas de internet. Cruces de Polonia
No hay comentarios:
Publicar un comentario