Desde hace algún tiempo tenía pensado incluir por estas fechas en el blog, uno de los actos más significados y de mayor emoción con los que se inicia la Cuaresma en algunas Cofradías. Los Pregones. Son piezas oratorias con las que, personajes relevantes de las Hermandades o del mundo de la politica, la cultura o la ciencia muestran sus sentimientos y vivencias más profundas, más intimas en relación con la Semana Santa, las Cofradías y las Sagradas Imágenes del Señor y la Santísima Virgen María. Son palabras pronunciadas siempre con emocion y que surgen de lo más íntimo del ser humano: del alma..., del corazón, por lo que son también piezas intemporales. Por experiencia propia puedo decir que en este "mundo cofrade", lo que sentías cuando eras niño, o hace diez años es lo mismo que sientes hoy y lo que sentirás dentro de otros diez años, solamente modulado por el inexorable paso del tiempo. Dos serán los pregones que incluiré. Los situamos en dos regiones de España que viven la Semana Santa de una manera muy especial, con pasión; Andalucía y Castilla. Es cierto que la manera de vivir esta "Semana Mayor" en ambas regiones españolas son distintas, pero en el fondo los sentimientos que invaden a los cofrades son los mismos. El primero de los dos pregones, lo pronunció nuestro buen amigo Antonio Romero González (autor de la anterior publicación de este blog), en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) su tierra natal, en la iglesia de Santo Domingo al inicio de la Cuaresma del año 2009. Es una pieza sensacional. Su lectura atenta, por momentos, va emocionando con una descripción de sentimientos, de recuerdos, de vivencias y anécdotas que nos trasladan y nos descubren la Semana Santa de aquella localidad. Del segundo de los pregones..., de ese pregón...., hablaré en su momento.
Evocación:
En sus ojos brillantes, se delataba el nerviosismo que lo recorría. Estaba
viendo ante sí, aquello con lo que tanto había soñado. Entonces, sonó en la
inmensidad de la Iglesia,
lo que en otro lugar sería un estridente ruido. Tres golpes de metal sobre
metal.
Su rostro esbozaba una sonrisa entre melancólica y ansiosa. Era, como si
todos los sentimientos e ilusiones que acumulaba en la mochila de sus
recuerdos, se les cayese en un instante. Acarició por última vez entre sus
dedos la arpillera del costal, para después, sumergirse, sin lugar a la
desidia, en esa atmósfera de la que sabía que nunca más podría salir.
Era, como si en un segundo toda su vida hubiese aprendido a sentir como
ellos, pero solo era una utopía producida por la indolencia de la juventud. A
veces, recordaba lo difícil que había sido, y de los que se quedaron en el
camino de la ilusión. De pronto, dos llamadas y una voz, y de vuelta al
torbellino de emociones encontradas, que latían en lo más profundo de su
corazón.
Un toque furtivo de llamador, y el inquietante deseo de poder sentir la
trabajadera sobre su costal, era ya una realidad. Todo lo que había querido, lo
que le prometieron desde su niñez, lo que siempre había visto desde el frío de
las aceras en las noches de invierno, era ya una realidad. Ese niño que veía
todos los ensayos, que disfrutaba solo con ver a esos hombres fajarse y dar
chicotás de ensueño, era ya uno de ellos. El tiempo, había pasado
inexorablemente, y le había regalado ese don.
El tiempo pasa veloz
Engullendo sentimientos
Haciendo del que era niño
Se convierta en costalero.
Sueños de alpargatas blancas
Que superan abatimientos.
Fajas negras que parecen
Que detuvieran el tiempo
Como si nunca soplase
En la primavera el viento.
Anda el paso despacito
Mécela en el firmamento
Que tú siempre quisiste
Ser de Ella sus pies terrenos
Ahora que ya lo eres
Y brota el azahar nuevo
Quisieras que no acabasen
Las chicotás de tus sueños.
Y sigue a tu corazón
No guardes un esfuerzo
Y entrega cada segundo
En el trabajo sincero.
El tiempo pasó veloz
Y engulló los sentimientos
Haciendo del que era un niño
Sea ya tu costalero.
- Rvdo. Padre
don Juan Mateos Padilla, párroco de la Parroquia de Santo Domingo, Director espiritual
de la Hermandad
y Arcipreste de Sanlúcar.
- Sr. Hermano
Mayor y miembros de la Junta
de Gobierno de la Real
e Ilustre Hermandad Sacrametal y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de
los Milagros, Nuestra Madre y Señora de las Penas, San Juan Evangelista, Santa
María Magdalena y María Santísima del Rosario.
- Sres.
Hermanos mayores y miembros de las distintas Juntas de Gobierno presentes hoy
aquí.
- Amigo y
presentador, Manuel González.
- Capataces y
Costaleros.
- Hermanos y
Hermanas.
- Cofrades y
amigos todos.
Costaleros:
El refranero popular
es sabio, y uno de esos refranes dice “es
de bien nacido el ser agradecido”. Pues, haciendo caso a las viejas y
tradicionales enseñanzas, me gustaría comenzar, esta mi humilde exposición de
vivencias, agradeciendo a toda la Hermandad Sacramental
de Estudiantes, y en su nombre, a la
Junta de Gobierno, por el trato que he recibido desde el
mismo momento de mi designación como pregonero. Aunque la verdad, cuando hay
gente buena y con la que nos une mucho más que una sincera amistad, es lógico que las sensaciones
que hemos podido sentir y vivir en este periodo sean tan agradables. Asimismo,
quisiera agradecer de manera particular a mi amigo Juan, que me prometió que me
cuidaría durante todo este tiempo y me haría pasar una buena Cuaresma, y así lo
ha cumplido.
También me
gustaría regalarle unas palabras al que hoy ha sido mi presentador. No puedo
hablar de las palabras que me ha dedicado, pues hasta el día de hoy no las he
conocido. Aún así, no me iba a basar en estas palabras, porque Manolo no puede
valorarse solo estas palabras. Como ya he comentado muchas veces, cuando vamos
cumpliendo años, tenemos la suerte de poder ir eligiendo a los amigos, porque
ya no tenemos la necesidad de jugar, de no aburrirnos. Buscamos más valores, y
los valores que posees, son los que tienen las buenas personas, de los que van
rectos por la vida, y a los que nunca se les podrá recriminar un punto. Me
alegro mucho de tenerte como amigo y hoy como presentador en un día tan
importante como este.
Cuando estamos
a escasas semanas de volver a ver la primera cruz de guía en las calles
sanluqueñas. Me toca este año, en esta casa amiga de la Hermandad de
Estudiantes, hablaros a todos los que estáis aquí de algo que sabéis y conocéis
mejor que yo.
Hablar del
mundo de los hermanos costaleros, en ésta época es algo, cuanto menos confuso.
Una época en la que se han acuñado nuevos términos como “costaleros hermanos”
en vez de Hermanos costalero, y en los que hemos estado, o todavía estamos, a
punto de echar por tierra todo lo conseguido en muchos años de esfuerzos de
viejos costaleros, del trabajo realizado con toda la ilusión del mundo, por
jóvenes y no tan jóvenes que querían portar sus Imágenes y que robaban las
pocas horas que podían al reloj para ensayar, incluso dos veces por semana
desde el mes de septiembre u octubre.
Hoy en día,
los costaleros tenemos un protagonismo excesivo cuando la cofradía sale a la
calle, y un peso desmesurado en las Hermandades. Este peso en muchas ocasiones
no lo hemos buscado nosotros. Nos han utilizado las diferentes juntas de
gobierno para sus intereses, y una vez que movilizas a todo un colectivo es muy
difícil dejar de pagar las consecuencias que de ello se deriva.
No podemos
caer en la idolatría que algunos han profesado al costalero. No debemos caer en
perderles el respeto a viejos costaleros que todavía están en las trabajaderas
y antiguos capataces, que fueron las semillas que se depositaron en la Sanlúcar cofrade, para
que hoy nosotros podamos disfrutar del trabajo debajo de nuestros Titulares.
Antiguos capataces que como Velázquez o Nage, ya no están con nosotros, y
fueron junto con otros, los precursores de las cuadrillas de hermanos. Sin
ellos, sin los que ya no están se ha perdido algo en las noches de ensayos, y
en los momentos de tertulia. Pero nos dejaron una muestra que no podemos
olvidar. El amor y cariño a lo que se hace, el buen trabajar no puede ni debe
estar reñido con la devoción hacía nuestros Titulares. Hoy, más que nunca,
quisiera agradecerles a todas esas personas que pelearon por conseguir lo que
tanto anhelaron con todo su esfuerzo y dedicación, sin ellos hoy, no existiría
el Hermano Costalero porque dejaban todo cuando…
En la pronta
primavera
Acompasando el
tiempo
Cuando en la
noche oscura
Brillaban
nuevos luceros
Llenos de su
luz y vida
Nos muestran
el firmamento
Jugando con
las nubes
Y los
costaleros nuevos
Que llegaron
despacito
A lo que hoy
tenemos.
Casi sin hacer
ruido
Esos viejos
costaleros
Ensayaban por
las calles
Entregándose
al esfuerzo
Sin regalar un
alarde
Iban todos en
silencio.
No perdamos el
respeto
A ese viejo
costalero
De añejas
trabajaderas
Llenas de
sufrimientos
De las noches
entregadas
Del compañero
sincero,
De cuadrillas
que miraban
Solamente
hacia el cielo.
Démosles las
gracias
Reconozcamos
el esfuerzo
Que ellos
serán por siempre
Los primeros
costaleros.
Ritos:
El costalero
es una persona de ritos. Todo tiene un sentido en éste su universo. Un universo
lleno de circunstancias. En nuestras habitaciones, suele haber un huequecito en
el armario, donde se guarda como si de un tesoro se tratase, todo nuestro
mundo. Ese en el que existen costales, fajas, recuerdos, compañeros...Ese
rinconcito es, como nuestro particular santuario. Todo en nuestras vidas puede
cambiarse sin ningún motivo, excepto donde se cobijan nuestros sueños.
En ese lugar
comienzan todos nuestros ritos y tradiciones. Ahí, nacen los nervios cuando
preparas la ropa para salir al ensayo. Un halo de misticismo rodea nuestros
actos. No sabemos por qué tenemos que hacerlos, pero los hacemos, no sabemos
por qué sentimos lo que sentimos, pero así lo vivimos.
Cuando por fin
llega el día de la salida, ese ritual puede convertirse en una obsesión. Llegar
a casa de la misa de Hermandad y colocar siempre en la cama de la habitación tu
pantalón, y a su lado, esa camiseta desgastada por el paso incontenible de los
años, de la que tu mujer o tu madre han queriendo deshacerse y que siempre
rescatas a última hora. El aroma que ha dejado el almíbar entremezclado con el
incienso quemado impregna tu costal y una faja ya despintada por el uso, está
preparada para rodear tu cintura. Las zapatillas con las que acariciar el suelo,
ya están dispuestas. Siempre igual, cada año la misma costumbre.
Se acerca la
hora, y una llamada de teléfono marca el
momento de la salida hacia el templo. Siempre el mismo camino, siempre las
mismas calles, intentando recordar aquella lejana primavera, en la que
iniciabas tembloroso el camino hacia la Casa-Hermandad. Estos
pensamientos nos hacen olvidar lo que vamos a vivir en unos momentos. Nos
invitan a pensar en otras cosas, y así combatir el nerviosismo que se acumula
en nuestro interior. Parece que intentamos que las mariposas que sentimos en el
estómago pasen rápido. Esas mariposas que sabes que el día que desaparezcan te
indicarán que ya tu momento en las trabajaderas ha pasado.
Aún guardo mi costal
En el rincón de los sueños
Perdido en un huequecito
Que es la puerta del cielo.
Cuando llega cuaresma
Quiero darle el encuentro
A frías noches de ensayo
En albores de febrero,
Con viejas fajas negras
De costales prisioneros
Y camisas desgastadas
Por el paso de los tiempos
Que sigue siendo veloz
Sin respetar sentimientos.
Un rincón que me guarda
Los conseguidos sueños
Donde empieza la magia
Donde el sentido pierdo
Donde vuelvo a sentirme
Entre chicotás de versos
Que aunque pasen los años
Sigo siendo costalero
Cuesta de Belén:
Igual que los
ritos nombrados anteriormente, existe una tradición en Sanlúcar que se ha ido
convirtiendo en leyenda. Desde hace más de un cuarto de siglo, cada Domingo de
Ramos, se vive un momento único e
irrepetible en nuestra Semana Santa. Desde hace más de un cuarto de siglo, las
viejas piedras de la Cuesta
que acogía la antigua ermita de Belén, son testigos de ver como los que eran
niños de blancas túnicas y cíngulos rojos se hacen hombres bajo las
trabajaderas. Con cincho, molía o costal, la cuadrilla de la Hermandad de la calle
Jerez, hace alarde de maestría y buen trabajar.
Desde hace más
de un cuarto de siglo, la gente se agolpa en la calle Bretones, justo donde
arrían los pasos. Nadie quiere perderse ni uno solo de los momentos que se van
a vivir en esta esperada noche. Se produce un relevo, y ya, solo queda dejar
paso a los protagonistas. Protagonistas que cada año vencen al cansancio y las
duras pendientes. Pendientes que no siempre vienen de las calles, y que
costaleros y gente de Hermandad saben vencer sin hacer aspavientos, simplemente
trabajando por derecho, como trabajan los buenos costaleros.
Un toque de
llamador y la levantá hace que ya nada tenga otro sentido que el paso lento de
los minutos, el rachear de las zapatillas, el crujir de la trabajadera o el
vaivén de las bambalinas con los varales del paso de la Virgen Victoria.
Primeros toques, suena la marcha, y lentamente, como acariciando el empedrado, andan de frente los inquietos costaleros. Chicotá tras chicotá llegan a las covachas, y suena otra marcha y alcanzamos así la gloria costalera. La gente se arremolina y quisiera ser uno de ellos, pero ese privilegio es solo de unos cuantos. Poco a poco, siempre de frente, y en la Merced se llama la izquierda´lante y derecha´tras, mientras sigue sonando la música, un poquito más, que no se acabe nunca las últimas rampas que llevan al cielo, al cielo costalero que baña cada Domingo de Ramos el barrio alto Sanluqueño.
Nuestra Señora de la Victoria
Hermandad de la Borriquita
Primeros toques, suena la marcha, y lentamente, como acariciando el empedrado, andan de frente los inquietos costaleros. Chicotá tras chicotá llegan a las covachas, y suena otra marcha y alcanzamos así la gloria costalera. La gente se arremolina y quisiera ser uno de ellos, pero ese privilegio es solo de unos cuantos. Poco a poco, siempre de frente, y en la Merced se llama la izquierda´lante y derecha´tras, mientras sigue sonando la música, un poquito más, que no se acabe nunca las últimas rampas que llevan al cielo, al cielo costalero que baña cada Domingo de Ramos el barrio alto Sanluqueño.
Pasar he visto
dos pasos,
Como nunca
antes viera,
Que desatan
las lágrimas
Al pasar por
tu vera.
Despacito van
subiendo,
Con arte y fe
costalera,
Por la
empedrada calle
Que a la Gloria los lleva.
Me muero de
los celos
De los que
niños fueran
Porque ellos
os suben
Por la
empinada cuesta.
Envidio sus
zapatillas,
Que pisan
amargas piedras.
Quisiera poder
vivirlo
Y así quitarle
la pena,
A La que llena
de luces,
Perfil de la Macarena.
Cada Domingo
de Ramos,
Corta se hace
la cuesta,
Cuando vuestros
corazones
Van caminito
de vuelta
Para llegar
hasta el cielo
Y a la gloria
costalera.
Un pueblo, una cuadrilla:
Tiene Sanlúcar
una cuadrilla singular. De esas que me gustan por su composición heterogénea.
No son costaleros como estamos acostumbrados a ver. No llevan faja, costal,
molía, ni alpargatas de esparto. No hacen ensayos, ni quedan en una casa de
hermandad o bar el día de la salida. No portan un paso, ni sobre sus hombros
descansa una trabajadera.
Es una
cuadrilla del pueblo, que año tras año se renueva. Solo tienen en común con
otras, que sobre uno de sus hombros, llevan crucificado al Hijo de Dios. Para
cogerse el paso, solo les basta seguir el redoble del tambor que late en sus
corazones. Cada Miércoles de Ceniza una igualá casi improvisada hace que toda
Sanlúcar se vuelva costalera, y que el Cristo de los Milagros salga a la calle,
para redimir todos nuestros pecados.
Cristo de Los Milagros
Real e Ilustre Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos del
Santísimo Cristo de los Milagros, Nuestra Madre y Señora de las Penas,
San Juan Evangelísta, Santa María Magdalena y María Santísima del
Rosario
Después de
muchos años en la distancia, y oyendo alguna que otra estación en la lejanía.
Este año, he vuelto a vivir un Miércoles de Ceniza en Sanlúcar. Muchos
recuerdos me vinieron a la mente cuando entré al compás de Santo Domingo.
Repaso de frías noches de invierno, de todo un pueblo volcado; de
representaciones de todas las Hermandades, cuando todavía éste era el Vía-Crucis
oficial. Noches, en las que aún no podía acercar mi hombro a la parihuela, y en
la que veía como hombres y mujeres paseaban con cuidado la Imagen del Señor. Este año,
he tenido la suerte de por fin llevarlo sobre mis hombros, y cumplir el deseo
de ser una de esas personas que recordaba de mi niñez.
Santo Domingo
se viste
Con un costal
de ceniza
Para mostrar
los Milagros
De un Cristo
que agoniza
Entre viejas
rocas blancas
Que recuerdan
la caliza
De un Calvario
Judío
Que en
Sanlúcar se eterniza.
Por viejas
calles y plazas
Tus hijos
acarician
El resplandor
de los cirios
Y en el aire
de la brisa
Las llagas de
Tu cuerpo
Que nos van
dejando inscritas
Sufrimiento
entregado
Y una Pena que
dormita.
Sanlúcar porta
un cuerpo
Que de pecados
nos libra
Porque el
bendito madero
Que al Hijo de
Dios crucifica
Es llevado por
un pueblo.
Cada Miércoles
de Ceniza
Almas de la Trinidad:
De entre mis
recuerdos, siempre se repite uno en mi cabeza de manera recurrente. Al igual
que el recuerdo del Vía-Crucis de los Milagros. Una imagen clara y nítida de
una oscura y fresca noche de primavera. Una noche de miércoles Santo. Ya hacía
algún tiempo que había pasado noblemente la Hermandad de Estudiantes
por la angosta y cofrade calle Luís de Eguílaz, y por el pequeño resquicio que
quedaba debajo de mi casapuerta, se veían las primeras luces de los cirios de
los nazarenos de la
Hermandad de los Dolores.
Santísimo Cristo de las Misericordias
Hermandad del Santísimo Cristo de las Misericordias y Nuestra Señores de los Dolores
Primitiva Servita
No sé por qué
esperaba con tanta codicia que llegase esa hora. Esperaba que ocurriese algo,
veía pasar a todos y cada uno de esos
nazarenos con sus túnicas y capas blancas con la inconsciencia de la niñez. En
esos momentos asomaba la silueta de la parihuela del misterio, y el paso
arriaba a la altura de la calle Escuelas para que más tarde lo hiciera el paso
de palio. Todos los años igual, siempre la misma práctica. En ese momento, como
si saliesen de un misterioso pasadizo, aparecían de debajo de los faldones, los
hombres que hacían que mágicamente ese paso flotase por entre las callejuelas.
Ese era el momento que tanto esperaba. Salían los costaleros del paso a
refrescarse, y lo hacían en el pequeño grifo de cobre que teníamos en el patio
de mi casa.
Los miraba,
los estudiaba y me preguntaba, ¿que hacían para convertirse en esos hombres con
tanta fuerza? ¿Que sería ese extraño artilugio que se colocaban en los hombros
a forma de yugo? ¿De qué material estaría hecho? Analizaba sus zapatillas
blancas o negras, sus fajas, y ansiaba ser algún día como ellos.
Eran los
primeros años de las cuadrillas de hermanos costaleros. Eran años en los que se
trabajaba con el alma. Almas que fueron germinando en la Sanlúcar cofrade el
gusanillo de la costalería. Almas que madrugaban por la mañana para ir a
trabajar a la plaza y así llevar el sustento a sus casas, y por las noches le
robaban tiempo al tiempo para ensayar y así pasear a sus Titulares en la noche
del Miércoles Santo. Almas jóvenes que callaron las bocas de los que decían que
esos chavales no podrían hacer un camino tan duro. ¡Cuánta envidia en esas
palabras!, también se trabaja con el corazón, y uno de esos ejemplos son
vuestras cuadrillas. Almas privilegiadas que pasean cada miércoles santo las
Misericordias para sus Dolores.
Virgen de los Dolores
Hermandad del Santísimo Cristo de las Misericordias y Nuestra Señores de los Dolores
Primitiva Servita
Almas que en la Trinidad
Quisieron ser
costaleros
Sin pensar en
agoreros
Que hablaban
de debilidad.
Solo tenían la
ansiedad
De juventud
indolente
Sobre razón
vehemente
Para ponerse
el costal
Para un
corazón igual
Y un amor
inconsciente.
Almas que en
la primavera
Pasean entre
luceros
La más bella
de las rosas
Que ilumina el
firmamento.
Quieren
tenerte Señora
Brillando en
sus ojos vivos,
Mientras que
en el paso va
Cayendo, su
sudor bendito.
Costaleros de
corazón
De los que
siempre han sido
Lágrimas de
bellos ojos
En el llanto
contenido.
Se les llenan
de puñales
Sus corazones
heridos
Y repican
bambalinas
Entre azucenas
y lirios.
Y seguirán
trabajando
Más allá del
delirio
Cercanos a las
estrellas,
Entregándote
suspiros
Para pedirte
que vuelvan
Sus viejas
almas de niños
Y demostrar
que siguen siendo
Una luz en el
abismo
Que aliviarán
paseándote
Tu corazón
dolorido.
Momentos para el recuerdo:
Esos momentos
que acabamos de describir de la cuadrilla de la Hermandad de los
Dolores, eran instantes que se vivían en los comienzos de los hermanos
costaleros. Años en los que las cuadrillas salían con el paso completo y se
recogían como buenamente se podía. Siempre de manera digna, sin relevos,
hombres curtidos en muchos casos, y en otros, jóvenes que le ponían todo su
empreño y esfuerzo.
Durante todos
estos años, se han ido forjando cuadrillas, se han ido viviendo instantes que
se han convertido con el paso de los tiempos en imborrables e
irremediablemente, han quedado para el recuerdo año tras año. Algunos de ellos,
fueron puntuales, otros se convirtieron en tradición, pero todos tienen en
común, que han sido protagonizados por gente que trabajaba de verdad, con el
corazón.
Uno de los que
más ha trascendido no pude vivirlo, y si soy sincero, tampoco quisiera haberlo
vivido, ver como abandonaron a mi Virgen de Gracia y Esperanza, y una cuadrilla
improvisada hizo el milagro de subirla hasta la cava del castillo y recogerla,
no hubiese podido soportarlo.
Gente de la Hermandad, otros que estaban en las aceras viendo el discurrir del paso, gente de otras cuadrillas de costaleros que ya iban a hacer la estación de penitencia cargando a sus Titulares...todo esto contribuyó a que se forjara la leyenda de aquella noche de primavera.
Virgen de Gracia y Esperanza
Ilustre y Fervorosa Hermandad de Ntro. Padre Jesús de la Oración en el
Huerto, Santos Apóstoles Pedro, Santiago y Juan, y María Stma. de Gracia
y Esperanza
Gente de la Hermandad, otros que estaban en las aceras viendo el discurrir del paso, gente de otras cuadrillas de costaleros que ya iban a hacer la estación de penitencia cargando a sus Titulares...todo esto contribuyó a que se forjara la leyenda de aquella noche de primavera.
Momentos que
dejan marcada la memoria del que todavía era un niño, como el escuchar la
respiración de los costaleros del Señor de la Humildad y Paciencia, en
la calle Misericordias cuando volvían a la Basílica de la Caridad. O esperar en
la calle Santa Ana que llegase una nube de incienso envolviendo el paso de la Virgen de las Angustias y
poder casi tocar el esfuerzo que salía de entre los respiraderos. O Vera-Cruz
en esa dificultosa salida, o en su paso por el arco de Rota…Momentos en los que
las cuadrillas van entregadas hasta el final.
Quien no
recuerda esas cuadrillas de la
Hermandad de la
Esperanza por el barrio de recogía, o los vistosos andares de
la Virgen de la Estrella. Cuadrillas
forjadas a fuego, y que han ido dando lo mejor de sus vidas en las
trabajaderas. De ellos hay que aprender su entrega. Posiblemente en esos años
la técnica no estaba tan depurada, pero se suplía con otros factores. Ni mejores,
ni peores, como decía el viejo capataz, simplemente otros que en su día nos
sirvieron para llegar hasta donde estamos hoy.
Quisiera poder
dedicarles
Unas palabras
sinceras
A los que
fueron pioneros
En sentir las
trabajaderas.
Fueron gentes
entregadas
Que sentían con
firmeza
De que estaban
haciendo
Que el corazón
les latiera.
Gracias por
darnos las llaves
De disfrutar
la belleza
De poder ser
la peana
Que por
Sanlúcar pasea
A las Sagradas
Imágenes
Que otros
hermanos desean.
Costaleros del Resucitado:
Aunque estos
hombres lucharon y pelearon para que pudiésemos ser Hermanos Costaleros. No
todo ha sido un camino de rosas. Mis amigos más allegados saben, que hace unos
años estaba un poco hastiado de este mundo del costal. Estaba pasándolo mal. Tal
era el rechazo que me producían ciertos comportamientos que incluso me llegué a
plantear el abandonar las trabajaderas.
Pero en el
invierno de 2006, en una fecha difícil de olvidar para la Sanlúcar Cofrade,
ocurrió algo que iba a cambiar la percepción que tenía en esos momentos y los
sentimientos encontrados que poseía en mi interior. Porque el ocho de diciembre
de ese año, la que era por entonces Agrupación Parroquial de la Sagrada Resurrección
pasaba a engrosar la lista de Hermandades de Penitencia de Sanlúcar.
Debido a la
amistad que me une a varios de los miembros de esta corporación, había tenido
siempre un deseo casi enfermizo por poder pertenecer a esa cuadrilla, pero sus
días de ensayo y mi situación laboral, que me mantenía alejado de mi tierra,
hacía imposible el ser parte activa de los momentos que tantas y tantas veces
había oído de la siempre enamorada boca de su gente.
El Señor Resucitado
Hermandad de la Santa Cruz, Sagrada Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, María Santísima de la Paz, Santa María Magdalena
Este deseo
rozó el ansía desmesurada, cuando se confirmó que el Domingo de Resurrección
harían Estación de Penitencia por primera vez. Opté por no flagelarme más
porque no iba a poder ser, y me propuse disfrutar de ese día como disfrutaba
antaño de la Semana Santa.
Quería poder recrearme, aunque fuese desde fuera, de la primera subida del
carril, de la entrada en carrera oficial o de las últimas chicotás en Santa
Ángela, San Nicolás o en la plaza de San Francisco…quería poder vivirlo, de una
manera u otra, pero vivirlo.
Recuerdo que
ese domingo me levanté temprano, casi desperezando el día, con la misma
inquietud en el corazón que había sentido hacía una semana, cuando descorría
las cortinas de mi ventana buscando nubes en el firmamento. Respiré profundo al
ver que la mañana había querido acompañarlos y ser uno más de sus nazarenos de
blanca túnica y cíngulo dorado. El Señor Resucitado ya estaba en las calles de
Sanlúcar. En esas calles comencé a observar a todos y cada uno de los
costaleros de su cuadrilla. Costaleros que sin saberlo, estaban escribiendo a
fuego sus nombres en la historia de la Hermandad. Tenían
el orgullo de ser la primera cuadrilla que llevaba al Señor Resucitado a la Parroquia de la O para hacer su estación de
penitencia.
Quizás la
añoranza de no haber podido disfrutar de esos momentos compartiendo
trabajaderas con grandes amigos. Quizás ver el transcurrir de una cofradía
desde los ojos del costalero, hizo que me fuese involucrando de manera
inconsciente en todo lo que estaban viviendo.
Mientras
acompañaba el elegante discurrir del paso, iba observando las caras de los
jóvenes costaleros. Caras que eran todo un crisol de emociones. En ellas, se
unía la expectación, con los nervios de la proximidad del relevo. El cansancio
acumulado por las horas de recorrido hacía mella en sus rostros, pero la
alegría de saberse con la admiración de un pueblo, hacía liviana esa carga. Y
así poco a poco y sin saberlo fue llegando el momento que cambió mi forma de
pensar.
El gentío hizo
que no pudiese detenerme para ver el paso hasta el final de la cuesta de belén,
a la altura de donde se iba a producir un relevo. De pronto, asoma la imponente
silueta del paso por las Covachas, y en su delantera, la majestuosidad del
Señor. El misterio avanzaba con paso firme y decidido. Caminando por tientos
una joven cuadrilla iba derramando ilusión, arte y alegría por haber conseguido
un sueño.
Un revuelo se
formó en los costaleros que esperaban su turno, sin apenas tiempo, el paso se
les acercaba, y ellos volverían a ser los pies que pasearían al Señor. El toque
de llamador hizo que el paso arriara justo frente a mí. Los zancos tocaron el
suelo y el silencio momentáneo que se había producido al dejar de repiquetear
los sones de la banda, fue roto por los aplausos de los que veían como unos
compañeros que salían con los ojos vidriosos de entre los faldones, abrazaban a
los que iban a disfrutar ahora de esa gloria. Palabras de ánimo, de
compañerismo, de fe y sobre todo de ilusión, esa ilusión que yo había perdido,
y que esos jóvenes costaleros, me devolvieron el domingo de Resurrección,
porque…
Caminando iba
por tientos,
La cuadrilla
costalera,
Va derramando
todo arte
Entre chicotás
de seda.
De aquellos
juegos de niños,
En calles y
plazoletas
Nacisteis
costaleros
De a los que
el alma desvela
Al sentir
sobre sus hombros
La fiel
trabajadera.
Caminando va
por tientos,
Buena gente
costalera,
Que sale de amanecía
Cuando el sol
no calienta
Para llevar a
Sanlúcar
Esa luz que
tanto anhela
Que librará de
pecados
Llevándonos
por la senda
Entre jaras y
requiebros
Y un suave olor a hierba.
Poquito a poco
capataz
Que el relevo
les espera.
Que la ilusión
vivía
En los que
esperaban fuera
Para seguir
portando
Amor de
trabajaderas
Y devolverme
las ganas
De sentir la
arpillera,
De trabajar
por derecho
Empujando la
trasera
Y escuchar una
marcha
Sabiendo que
lo llevas
Sobre tus
hombros cansados
Entregado
mientras puedas.
Caminando va
por tientos
Buena gente
costalera
Que tiene alma
de niño
Y un lugar en
las estrellas.
Costaleros de San Diego
Desde lo más
humilde de mi persona, he intentando hacer un pequeño homenaje a todos y cada
uno de los costaleros de esta tierra. No se si lo habré conseguido, pero si
puedo asegurar que no he dejado ni una sola de mis fuerzas en ello.
No quiero caer
en el tópico de asemejar estas palabras a la última chicotá de una cuadrilla.
Pero lo que si es cierto es que este pregón está llegando a su fin, y quiero
pediros que al final y solo al final me permitáis una pequeña licencia. Quiero
compartir con ustedes mi experiencia, mi razón de ser, mi vida, en
definitiva que es para mí, ser costalero el Domingo de Ramos en
San Diego.
La Oración en el Huerto
Ilustre y Fervorosa Hermandad de Ntro. Padre Jesús de la Oración en el
Huerto, Santos Apóstoles Pedro, Santiago y Juan, y María Stma. de Gracia
y Esperanza
Posiblemente
en otras circunstancias, podría haber hablado de mis vivencias desde otro punto
de vista, pero como en el caso de los mejores poemas de amor, que están
escritos desde el desamor. Este año, creo que la añoranza de saber que no podré
ir bajo las trabajaderas de mi
hermandad, es lo que me esta haciendo escribir estas negras letras sobre el
blanco papel. Yo, no puedo entender el ser costalero de otra manera, que no sea
desde el deseo más profundo de mí por serlo. Desde que en una tarde de finales
de abril o principios de mayo, mi padre me dijese que esperara a tener la edad
suficiente para ser costalero, porque era muy pequeño para poder sacar un paso
con mis amigos, desde ese día, el hecho de ser costalero en mi Hermandad está
unido al paso lento y cansino de los minutos. Las ansias de poder llegar a un
ensayo y poder fajarme, meter riñones y levantar al cielo fueron consumiendo
los minutos de esa larga e insufrible espera.
Ser costalero
en San Diego para mi, es haber ido cada año a ver bajar la cuesta belén con
quien es para ti más que un amigo. Es ir
a una igualá y que él, no pueda compartir contigo los momentos de las
trabajaderas y lo veas sufrir, tornando en penas tu alegría. Es, salir de tu
casa una fría noche de invierno acompañado por tu hermana, y buscar en el
silencio de la noche, una marcha saliendo desde de una vieja radio por las
cercanías del añejo hospital.
Ser costalero
de San Diego, es vivir cada momento de cada ensayo, poder acariciar en un
instante el goce de ser los pies de Ellos, y pensar que ya en este mundo pocas
cosas pueden superar esa alegría.
Es tener todo
un ritual que te acompaña. Es salir de tu casa siguiendo siempre el mismo
camino, un camino que es el preludio de una nueva tarde llena de vivencias. Ser
costalero, Vuestro costalero, es llegar y buscaros en la oscuridad de la Iglesia, no harían falta
las velas encendidas, porque todo lo ilumináis. Es sentarte en un banco y
rezaros a los dos, pedir por nuestras intenciones. Es ver como llegan tus
hermanos, y advertir como se les iluminan los ojos al veros. Es sentir como el
nerviosismo da paso a la ansiedad inquietante de la proximidad de la salida
cuando ya están formados los tramos de nazarenos. Ser costalero el Domingo de
Ramos, es saber que los latidos de tu corazón pueden ser acariciados por tus
dedos, al escuchar como el listero nombra a los
que ya están en las trabajaderas, es ver como se te nubla la mirada al
ser testigo de como se dan los primeros pasos y se enfrenta el paso de misterio con el palio, Es conocerte envuelto
en un sin fin de emociones, cuando se echan los costeros a tierra y en un
alarde, se llevan los zancos a un deito
del suelo, escuchar el esfuerzo y los
sones de la marcha real hacen que un imponente izquierdo no sea más que el
simple prefacio de la maestría que va a bañar las callejuelas sanluqueñas. Ser
costalero en el Huerto es, llevar al cielo a María sabiéndote ya solo entre los
muros de San Diego, escuchar únicamente el crujir de la trabajadera y las
bambalinas tintineando en los varales. Es flotar por San Agustín, rezar en la O, o ir pisando una a una las
piedras de la Cuesta
de Belén, como queriendo que nunca se acabe. Es llegar al Carril y detener la
noche para ver como entran por los respiraderos la tenue luz que está
acariciando sus rostros.
Ser costalero,
para mi, es llegar a los jardines del hospital y dar el último aliento en una
chicotá lenta, disfrutar de los últimos sones del Domingo de Ramos, y ver como
un olivo se mece costero a costero, o un palio viene sobre los pies muy
despacito. Es saberte en una iglesia abarrotada de hermanos, y sentirte en la
inmensidad del silencio de una multitud, y de camino al altar, sentir el
rachear de las zapatillas y escuchar un “Guapa
ya estás en casa” entre las mallas de los respiraderos, es arriar muy lentamente,
como queriendo que nunca se apague ese momento. Es salir, y buscar a tu gente y
abrazarles y dar las gracias por haber podido ser parte de ellos.
Virgen de Gracia y Esperanza
Ilustre y Fervorosa Hermandad de Ntro. Padre Jesús de la Oración en el
Huerto, Santos Apóstoles Pedro, Santiago y Juan, y María Stma. de Gracia
y Esperanza
Y ya, una vez
que todo ha terminado, cuando empieza a quedarse la Iglesia vacía, vuelves
unas horas atrás, y te sientas de nuevo en el mismo banco, y vuelves a mirar
sus caras. Son las mismas pero no son iguales. Parecen cansados, pero
felices…sientes otro año más esa indescriptible sensación de haber envejecido
unas décadas solo en unas horas. La cera que ha quemado la candelería, parece
que son lágrimas que han acompañado a la Virgen en su largo caminar… poco a poco se van
apagando las luces de la
Iglesia, y las velas
van dejando una etérea luz en sus rostros. Una sombra asoma, y va extinguiendo
los últimos suspiros del Domingo de Ramos, convertidos ya en Lunes Santo.
Cuando la última vela se apague, comenzará de nuevo la espera para poder vivir
otro Domingo de Ramos y así…
Y nos abran
las puertas
Que nos llevan
al cielo,
Entrando los
rayos de sol
Al hospital de
San Diego.
Los llamadores
ya suenan
Y comienzan
los sueños
De una gente
que quiere
Pasear por su
pueblo
Entre
portentosos izquierdos
Y de costero a
costero
A un Jesús que
está orando
Arrodillado en
el huerto.
Despacito,
caminando
Frente un dintel
de requiebros
Se van
costeros a tierra
Los templados
costaleros.
Ya redoblan
los tambores,
Que despiertan
del sueño
A una plaza
que espera
Entrega y
sufrimiento
Bajo las
trabajaderas
De la gente de
San Diego.
Como dije hace
un momento, será la certeza de saber que este año no seré tu costalero, lo que
me ha hecho engañarme por unos momentos, y pensar que todavía, estoy tras los
faldones granates de Tu palio. Pero no es así. La cordura vuelve y me hace
sentir, esa extraña sensación que me dice que después de muchos años podré
disfrutar viéndote detrás del antifaz de nazareno, con la cara radiante
iluminada por la candelería pero… habrá alguien en el lugar que he ocupado
estos años. Alguien que podrá ser tus pies este Domingo de Ramos, y que espero
que pronto yo pueda volver a serlos. Aunque se, que mientras pueda seguir
mirando tus ojos, te seguiré llevando conmigo, porque eres la Gracia que ha bañando mi
Vida y la Esperanza
que me guía…
Esa luz en tu
mirada,
De bellos ojos
benditos
No quisiera
perderla
Mientras que
siga vivo.
Ni el color de
tu rostro
Ni tus
lágrimas de mimos
Que no seré
costalero
Si no te
vienes conmigo.
HE DICHO.
En Sanlúcar de Barrameda Cuaresma 2009.
Nota para una mejor comprensión:
COSTALERO: Persona que lleva sobre sus hombros o bien a costal, recayendo
en este caso el peso sobre sus cervicales, los pasos de las procesiones
de Semana Santa
TRABAJADERA:
En los pasos procesionales, cada uno de los travesaños
de madera que los refuerza de un costado a otro y por debajo del
piso.
CHICOTÁ: Trayecto entre una
parada y otra. Generalmente la chicotá suele ir acompañada
de la Música, y es por eso muy lucida. Generalmente paso del costalero, propio de Hermandades muy populares,
y desde luego solo para Pasos de Misterio. También es
el paso de inicio de una Levantá al Tambor o a la Música,
o siguiendo la melodía y compases de ésta, haciendo
inclinar el Paso hacia el lado izquierdo, siempre de manera
rítmica, y hasta en cierto modo muy lucida y graciosa.
COSTERO:
Son los dos lados del paso, derecho e izquierdo
ALPARGATA: Calzado de cáñamo, en forma de sandalia que se
asegura con cintas a la garganta del pie. Calzado sencillo
de lona. Lo utilizan los costaleros. Calzado
muy humilde, para ciertos nazarenos de algunas Hermandades. Su
piso es de cáñamo o esparto trenzado, y el revestimiento
de lonas fina. Suelen ser blancas o negras.
CRUZ DE GUÍA: Cruz que abre la Procesión,
portada por un nazareno (en Semana Santa), flanqueado por dos
faroles. Puede ser de ENAGÜILLAS, si la cruz es mas pequeña,
bajo la cual, y ajustadas al fuste de la vara, van unas enaguas
bordadas o de damasco, como antiguamente se solían sacar.
LLAMADOR: Aldaba de plata u otro metal, o madera decorativos que se coloca
en los pasos para llamar a los costaleros. Aldabón
o martillo (suele llamarse así popularmente), que construido
con gran arte y belleza se coloca en el frontal de los RESPIRADEROS,
sobre la cornisa del mismo. Suelen tener distintos diseños,
figuras, escudos y roleos. Su misión es la de llamar la
atención de los costaleros, asido por el capataz, bien
para arriar o parar el paso, bien para prevenir e iniciar la "LEVANTÁ"
y marcha del mismo.
PARIHUELA:
Artefacto compuesto de dos varas gruesas como las de la silla
de manos, pero más cortas, con unas tablas atravesadas
en medio en forma de mesa o cajón, en el cual colocan el
peso o carga para llevarla entre dos o más personas.
FAJA: Faja de hilo, lana o algodón.
Generalmente negra, que se ajusta a la cintura y riñones
del costalero para soportar y protegerse del peso de las andas.
Tanto el hacer el costal, como el reliar la faja, suele realizarse
entre dos compañeros para darle mayor eficacia y ajuste.
Las fajas se toman por un extremo pegada al vientre, y con el
otro estirado por el compañero, el costalero, gira fuertemente
sobre sí mismo, hasta ajustarla en todas su dimensión.
IGUALÁ: Acto que el capataz
lleva a cabo, según la altura de los costaleros, o su
clasificación dentro de las trabajaderas. Para ello,
se tiene un cuadrante o lista, con la configuración del
Paso, y los nombres de los costaleros. Generalmente, los más
altos van en los Pasos de Cristo, y los más bajos en
los de La Virgen. A veces suele usarse un IGUALADOR o regleta,
de mas de un metro, que se lleva desde el suelo a la vértebra
del costalero, para calibrar más exactamente su altura.
CUADRILLA: Conjunto de costaleros que llevan
un paso, junto con capataz, ayudantes, y contraguías.
El número de costaleros bajo las trabajaderas, depende
del tamaño, peso y proporciones del Paso.
CAPATAZ: Responsable directo de sacar
y llevar un Paso en Procesión. Jefe de su cuadrillas,
y que manda y ordenas con su voz, su vista, su tacto y mucho
cariño y arte. Suele ir en la delantera del Paso, al
mando del llamador o martillo, para ejecutar sus órdenes.
Algunos usan un lenguaje entrañable con sus hombres,
que suelen ser verdaderas lecciones de fe y de amor.
DE COSTERO A COSTERO: Es el andar lento, acompasado
y pausado, meciendo poco a poco y de manera uniforme todo el
Paso, sin alabearlo ni inclinarlo. Suele ser andar majestuoso
de grandes Pasos de Misterio.
PASO RACHEAO: Es el que Manuel Bejarano
creó para llevar al Señor del Gran Poder, de forma
que parece que va andando por la calle. Es paso arrastrando
las alpargatas. Muy abierto, rítmico, sobrio y acompasado,
sin mover las andas ni a derecha ni a izquierda. Dejando sonar
el racheo a arrastre de las suelas por el suelo. Los pies, reptan
mas que andan.
MECER, MECIDA o MECÍA: Es una
suerte, de frente y a compás de la música. La
mecida, nunca debe ser zarandeo ni descomposición del
ritmo, ni del Paso, sino una cadencia, en el pentagrama sinfónico
que componen los costaleros con la calle, para que todo el Paso
o Palio que llevan encima, sea un instrumento mas de la música,
y mueva a emociones y escalofríos sin limites. Un palio
“bien mecío” es aquel que no zarandea los
varales, ni flores ni candelería, sino que solo hacen
moverse levísimamente a las bambalinas, besando suave
y dulcemente los varales, de manera graciosa y acompasada con
la música.
LEVANTÁ: Se llama así
al mágico y equilibrado instante de levantar un paso,
sin descomponer la figura ni su arquitectura, sino con la belleza
esperada y escalofriante de verlo ponerse en movimiento.
Las fotografías de las Sagradas Imágenes están tomada de las paginas web de las Hermandades y de internet.
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